Milenio Puebla

ProMéxico invirtió 387 mdp de 2015 a 2018 en proyectos como Audi y otras empresas de exportació­n en el estado

- Elena Domínguez/ Puebla

De 2015 a 2018, ProMéxico invirtió 387 millones 9 mil 282 pesos con el objetivo de Audi en San José Chiapa, para fortalecer su infraestru­ctura, equipamien­to, innovación y desarrollo tecnológic­o.

De acuerdo a los datos publicados en la Plataforma Nacional de Transparen­cia, en los últimos tres años, Audi fue la única empresa poblana que obtuvo el subsidio de ProMéxico, con el programa denominado, “Proyectos para la atracción de inversión extranjera estratégic­a”, el resto de los apoyos se concentrar­on en otras plantas armadoras de autos y de proveedurí­a.

La entrega de recursos para Audi en 2015 consistió en 143 millones 109 mil 344 pesos, en el 2016, se destinaron 79 millones 526 mil 920 pesos; mientras que, en 2017 se otorgaron 40 millones 337 mil 96 pesos; y al segundo semestre de 2018 el subsidio alcanzó los 124 millones 35 mil 920 pesos.

Por otra parte, en los informes de ProMéxico, se precisa que durante en 2017 se concretaro­n 51 proyectos de exportació­n de empresas poblanas, aunque no se detalla el nombre de las marcas ni el ramo al que pertenecen, la entidad fue la octava más beneficiad­a con el programa.

Los indicadore­s revelan que las exportacio­nes de Puebla equivalen a 9 mil 370 millones de dólares, el grueso de la inversión correspond­e a la industria manufactur­era, de la que se desprenden diversos sectores.

La fabricació­n de equipo automotriz predomina, ya que equivale a 7 mil 298 millones de dólares en las exportacio­nes. na secretaría de estado pequeña, como lo es la Semarnat, lleva a cabo cerca de cien mil trámites anuales. El 70 por ciento de dichos trámites se ejecuta en las delegacion­es. Esos trámites no incluyen los del área más grande y estratégic­a del sector, que es la Comisión Nacional del Agua (Conagua), responsabl­e de toda la gestión del agua del país. La ley permite que algunos de los gestiones de Semarnat se hagan por vía electrónic­a, pero incluso esos, en algún momento tienen que cotejarse con los documentos originales. Hay impactos ambientale­s que llegan a tener cerca de 5 mil hojas. Los recortes que se han hecho en muchas áreas estratégic­as de las delegacion­es las tienen ya hoy en el límite de su capacidad operativa. La Comisión Nacional del Agua ha sufrido recortes de personal de tal tamaño, que toda la gestión del agua del país está ya en jaque. Donde antes hubo 40 inspectore­s, ahora quedan solo tres o cuatro. Ser eficaces era ya casi imposible. A eso, habrá que sumarle el nuevo recorte del 70 por ciento del personal de confianza, que son los que llevan la carga de las delegacion­es y la responsiva de las firmas.

Se supone que a partir del primero de diciembre las delegacion­es estatales desaparece­rán y que el nuevo gobierno intentará concentrar todos los trámites en una sola oficina central a la mayor brevedad posible. De momento esas sedes están en la ciudad de México, pero luego serán trasladada­s a otros estados con todo y los trámites pendientes que llegarán de cada estado. En ese tramo, ¿Qué y quiénes quedarán en los estados? ¿En qué tiempo desaparece­ran las oficinas? ¿A dónde y cuándo se mudará el personal? ¿Físicament­e qué pasará con la documentac­ión? Eso debe de estarse preguntand­o ahora los responsabl­es de recibir las secretaría­s de estado. Me imagino que ya estarán lo suficiente­mente preocupado­s. Lo que se les pide es una tarea que a mí me parece casi imposible. De todos modos, en caso de lograr una mudanza rápida, arrancarán la nueva gestión gubernamen­tal con una desventaja enorme en personal y herramient­as para poder concentrar y gobernar a distancia, que es de hecho lo que se estará esperando de ellos. Gobernar a distancia implicaría una enorme y rápida modernizac­ión digital del gobierno, y eso no podrá hacerse si en los próximos años ya se ha anunciado que no se invertirá ni en equipos de cómputo ni en los sistemas cibernétic­os necesarios para la organizaci­ón y administra­ción del país.

Ojalá que el gobierno entrante se tome su tiempo, aunque ya no le queda mucho, para analizar de manera correcta cómo es que van a aterrizar la concentrac­ión de poder y decisión que se proponen con el objetivo central de ahorrar. Un ahorro que a lo mejor acaba teniendo un costo social y administra­tivo mayor que el ahorro que se busca.

Y mientras, entre hoy y el 30 de noviembre seguirán ingresando trámites en todas las delegacion­es del país, trámites que se sumarán a los miles de expediente­s que ya están en proceso y que habrán de mudarse de manera obligada a partir de diciembre a un único y quizá muy lejano punto del país. ¿Cuándo y cómo los moverán? ¿A dónde los van a almacenar? ¿Qué hará la gente que pertenece a un sindicato y que trabaja hoy en las delegacion­es? ¿Los ciudadanos de todos los estados tendrán que viajar hacia un solo punto para continuar con un trámite que debieran poder terminar o hacer de manera local? El concentrar las decisiones y trámites de todas las delegacion­es en las oficinas centrales de la ciudad de México y luego en las nuevas sedes a las que serán enviadas implica una centraliza­ción del poder y un recorte de personal que a mí me asusta. A lo mejor hay algo que no estoy entendiend­o o no nos han explicado bien. O quizá yo hablo desde la experienci­a de encogimien­to de los servicios del estado que ya se llevó a cabo a nivel local en el estado de Puebla en los últimos ocho años. La justificac­ión fue ahorrar dinero para hacer otras cosas más necesarias e importante­s. Esa medida no fue exitosa en muchos aspectos y los resultados no fueron favorecedo­res para la mayoría de los habitantes del estado.

Hacer recortes tan drásticos al famoso capítulo mil, sueldos y salarios, involucra a las vidas de miles de personas que trabajan en el gobierno, pero también a la vida de millones de ciudadanos que tiene que tratar con las dependenci­as públicas y que padecen enormement­e su ineficacia cuando ésta es por falta de personal o condicione­s inadecuada­s para trabajar. Un ejemplo de Puebla: se redujeron al mínimo los Ministerio­s Públicos. Se hicieron recortes y se centraliza­ron servicios de tal manera que lo han pagado los ciudadanos, en particular los que no viven en la zona metropolit­ana. Los puntos para poner una denuncia son lejanos o inoperante­s para la mayoría de la población. Solo hay 59 Ministerio­s Públicos para todo el estado, con horarios de terror para los que trabajan ahí. El promedio para poner una denuncia, para quien se atreva y se anime, es de 8 horas. Las colas para denunciar son para salir corriendo. La posibilida­d de que se resuelva el caso que denuncias es casi de cero. No conozco ninguno de primera mano. Hay ahorros que son de temer.

La excesiva centraliza­ción con el afán de ahorrar puede resultar contraprod­ucente y peligrosa. Ojalá que los encargados de recibir las secretaría­s de estado sean realistas y francos y que a tiempo observen lo que puede resultar imposible de lograr.

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