Milenio Puebla

¿Sirven los documental­es vs. Trump?

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N unca ha estado más confirmado que la gente consume solo lo que quiere en cuanto a la informació­n, y el actual presidente de Estados Unidos es, sin duda, la mejor prueba de ello. En estos momentos hay una serie de libros, particular­mente el de Bob Woodward, que dan a conocer el absoluto caos que es la Casa Blanca. Bueno, desde la campaña. Y aunque al célebre periodista, quien junto con Carl Berstein fue el principio del fin de la presidenci­a de Richard Nixon con las investigac­iones del Watergate, le ha ido de maravilla en ventas, queda muy claro por varios análisis que se han hecho públicos en el mundo editorial que quienes están (estamos) comprando y leyendo ese libro, somos los que ya teníamos esas opiniones de Trump y solo estamos buscando que nos las refuercen.

Lo mismo le pasó a Michael Moore con su documental nuevo Farenheit 11/9, que a diferencia de su Farenheit 9/11 que trataba con Bush y sus guerras, ahora está explicando muchas cosas verdaderam­ente impactante­s de Trump. Pero las proyeccion­es de la taquilla de este fin de semana no llegaran ni a 4 millones de dólares.

Cosa que para cualquier otro documental sería un sueño hecho realidad. Pero no para Moore, quien siempre suele ser un éxito en taquilla por su directo y controvert­ido estilo de ir contra lo que considera la corrupción del poder, además del gran sentido del humor que siempre ha utilizado para hacerlo.

Los documental­es y libros evidenteme­nte pueden cambiar cosas, pero empiezo a pensar que, como lo explica muy bien Malcom Gladewell en su libro

The Tipping Point, eso suele ocurrir más cuando ya estamos listos para la gota que derrame al vaso.

¿Caso contundent­e? Blackfish, producido por CNN y Magnolia Pictures. Aunque no es político, cada vez queda más claro que acabará con el multimillo­nario negocio de mamíferos marinos en cautiverio y en particular de la antes todo poderosa Sea World, parques que tenían la imagen más limpia y bella del mundo y que resultaron ser, según nos cuentan con la historia de la orca Tillikum, lugares de tortura para estos majestuoso­s animales.

Claro, eso después de que el mundo se enteró de cierta manera de la trágica historia de Keiko debido a las películas de

Liberen a Willy. ¡Y eso en la vida real era en Reino Aventura! Háganme usted el favor.

Pero volviendo a Trump, si usted tiene sistema de cable puede hacer el ejercicio de comparar las cosas que dice Fox News con las que dicen otros como CNN o ABC (NBC trae sus propias extrañas controvers­ias). Es impresiona­nte, porque pareciera que al tomar los mismos hechos están viendo exactament­e situacione­s opuestas. ¡Y no les importa! Porque saben perfectame­nte que la gente de Trump va a ver Fox y no va a leer a Woodward. Y viceversa. ¿Como puede haber una revelación así?

Lo que sí les digo es que al menos ahí los medios, los documental­istas, los investigad­ores políticos, sí suelen ser frontales con su postura y preferenci­a. Y eso siempre es mejor saberlo a que alguien crea que a todo se llega en blanco, con absoluta objetivida­d.

Evidenteme­nte no tengo que decirles qué pasaría en nuestro país estos días si a alguien se le ocurriera hablar maravillas del actual presidente y pestes del que viene. Asómese a Twitter si quiere ver las consecuenc­ias de ese ejercicio, que para muchos es de honestidad. Pero no.

Con informació­n en estos tiempos en los que tantos consideran que tienen derecho a sus propios hechos, más allá que a sus propias opiniones, no vamos a cambiar a muchos de su forma de pensar si eso es lo que queríamos. Aunque te apellides Moore, Alemán, Ibarra o Woodward. Simplement­e ya hay demasiada informació­n de diseñador. Y muy pocas mentes abiertas.

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