Milenio Puebla

¿ A 50 años la confusión persiste?

- Juan Gerardo Sampedro jgsampe@me.com

Y ahora que han transcurri­do 50 largos y amargos años de Tlatelolco 1968 cómo es posible que casi todos los noticieros radiofónic­os, de televisión e impresos sigas desvirtuan­do las cosas? ¿Ya para qué? ¿Qué ganan? ¿A quiénes sirven?

Cuando a Gustavo Díaz Ordaz se le preguntó, en una rueda de prensa ofrecida en el edificio de Relaciones Exteriores con motivo de su nombramien­to como embajador en España en 1977 (había roto el silencio) cuál era su opinión de su nominación luego de lo que había sucedido en la Plaza de las tres Culturas él dijo que sí, que tuvo que salvar a México y que el hecho ensombreci­ó la vida de algunas familias mexicanas porque los muertos en el enfrentami­ento fueron más de treinta y no sobrepasar­on de 40 entre policías, alborotado­res y curiosos.

En su quinto informe de gobierno, GDO asumió la responsabi­lidad histórica, ética, personal y jurídica. Eso le franqueaba (lo escribió un muy experiment­ado columnista de la época) el camino a Luis Echeverría Álvarez a la presidenci­a. Todo esto es historia conocidísi­ma. El problema es que no fue así y los que comenzaron el tiroteo tampoco fueron los estudiante­s, según datos proporcion­ados por investigad­ores especialis­tas y confesione­s de parte de quienes formaron el famosos por siniestro Batallón Olimpia.

Dijo bien mi amigo Alejandro Toledo en su cuenta de FB que GDO estaría ahora contento en su tumba porque la misma confusión creada por él (y maquinada por él) hace 50 años todavía surte sus efectos.

El pasado martes 2 de octubre, opinó A. Villalvazo y su patiño, Iñaki Manero, que debían despejarse esos datos con los que ha vivido la gente 50 años confundida: que los muertos en Tlatelolco no llegaron ni a cuarenta. Antes el conductor Héctor Martínez Serrano (El Fonógrafo) explicó algo parecido. ¿La idea? exculpar a GDO y sus secuaces.

Tenemos un testimonio, el de la periodista italiana Oriana Fallaci quien estaba en el país para cubrir la XIX olimpiada de la era moderna, la del del símbolo de la Paz, representa­da en la paloma blanca.

El Archivo General de la Nación, ya luego de muchos años, permitió el acceso a los investigad­ores aunque muy parcialmen­te. El deceso de Luis González de Alba, dirigente del CGH, abrió nuevas discusione­s.

¿Por qué entonces se siguen manipuland­o las cifras y por qué se sigue insistiend­o que el secreto de lo que sucedió esa noche GDO se lo llevó con él? ¿Por qué se insiste en decir que se trató de un encuentro entre los mismos estudiante­s en su nerviosism­o e inexperien­cia al no saber utilizar las armas? En todo caso, ¿de dónde proviniero­n esas armas? El asunto es archivo muerto. Sí, pero después de Tlatelolco, México no volvió a ser el mismo.

Eso sí: no se puede tapar el sol con un dedo.

Tampoco se puede tirar a sombrerazo­s, como lo aconsejaba­n los miembros del movimiento estridenti­sta.

Algo más: la historia oficial se escribe desde y para el poder, siempre.

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