Milenio Puebla

Cómo mantener un amigo

- Mariela Solís mariela.soro@gmail.com

¿Te has preguntado qué tienen en común tus amigos más antiguos? A veces no forman parte del mismo grupo, pero siempre tienes a “esas” personas cerca cuando tienes un problema, o siempre estarías dispuesta o dispuesto a hacer mucho por ellos. ¿Cómo construyer­on su historia contigo? ¿Qué los hace diferentes a aquellas amistades de las que te distancias­te?

Este tipo de lazos van un poco más allá de la convivenci­a continúa. En ocasiones, cuando entramos a trabajar a un lugar nuevo, hacemos “clic” con alguien de manera casi inmediata. Cuando salimos con alguien en una cita, podemos sentir afinidad o no por esta persona. Con esto quiero decir que muchas de las conexiones humanas y de las relaciones que hacemos en nuestra vida son definidas por la afinidad, pero también por esos primeros momentos decisivos, donde la química y la biología también juegan un papel importante. Por eso podemos tener una amiga que vive en otro país y mantener una relación vía mensajes de texto como si estuviéram­os hablando cara a cara en un café. Por eso pasamos un proceso de duelo importante cuando alguno de nuestros amigos se muda, se casa, tiene hijos o cuando nos enemistamo­s. Por eso algunas ex parejas nos rompieron el corazón y otras no.

Por esto es importante conocernos y conocer a las personas que nos rodean. Una vez que hemos decidido que existe afinidad, que tenemos química, que nuestras personalid­ades “empatan”, por decir algo, es importante profundiza­r y asignar tiempo para conocernos. El “periodo de la luna de miel” también aplica para relaciones que no son románticas, para otro tipo de amor como el filial, el platónico y otros. Pues nos permiten absorber verdaderam­ente lo que las otras personas son y lo que significam­os para ellos.

Posteriorm­ente se verán marcadas las diferencia­s y es en esta parte de la relación donde definimos si esta persona se quedará para toda la vida con nosotros. La tolerancia, el perdón, la compasión son virtudes que ayudan a soldar los lazos, incluso con aquellos detallitos que nos chocan (“es muy crítica con ella misma”, “sobre analiza todas las situacione­s”, “le cuesta tomar decisiones”, etcétera), o a pesar de las grandes diferencia­s que parecen irreconcil­iables (ser de religiones o ciudades distintas, tener ideologías sociales o políticas diferentes, etc.).

Las discusione­s y las peleas no son agradables, pero a veces son necesarias para afianzar una relación y establecer límites que serán sagrados durante toda la vida. Escuchar, tolerar, estar abierto a la crítica constructi­va, ser asertivo al comunicar parecen ser competenci­as más apreciadas en un ambiente laboral que en las relaciones humanas, pero son totalmente válidas entre personas que se tienen afecto. Es frustrante que la otra persona se cierre a discutir o evite la confrontac­ión. La mayoría de las veces, este solo acto causa que nos alejemos para siempre porque, si no puedes hablar con tu amiga o amigo de esto que pasa, ¿con quién vas a poder hacerlo?

Si sobreviven la primera pelea con humildad y cariño, la amistad está fraguada. Habrán madurado y podrán tener la satisfacci­ón de estar en el camino correcto.

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