Cómo mantener un amigo
¿Te has preguntado qué tienen en común tus amigos más antiguos? A veces no forman parte del mismo grupo, pero siempre tienes a “esas” personas cerca cuando tienes un problema, o siempre estarías dispuesta o dispuesto a hacer mucho por ellos. ¿Cómo construyeron su historia contigo? ¿Qué los hace diferentes a aquellas amistades de las que te distanciaste?
Este tipo de lazos van un poco más allá de la convivencia continúa. En ocasiones, cuando entramos a trabajar a un lugar nuevo, hacemos “clic” con alguien de manera casi inmediata. Cuando salimos con alguien en una cita, podemos sentir afinidad o no por esta persona. Con esto quiero decir que muchas de las conexiones humanas y de las relaciones que hacemos en nuestra vida son definidas por la afinidad, pero también por esos primeros momentos decisivos, donde la química y la biología también juegan un papel importante. Por eso podemos tener una amiga que vive en otro país y mantener una relación vía mensajes de texto como si estuviéramos hablando cara a cara en un café. Por eso pasamos un proceso de duelo importante cuando alguno de nuestros amigos se muda, se casa, tiene hijos o cuando nos enemistamos. Por eso algunas ex parejas nos rompieron el corazón y otras no.
Por esto es importante conocernos y conocer a las personas que nos rodean. Una vez que hemos decidido que existe afinidad, que tenemos química, que nuestras personalidades “empatan”, por decir algo, es importante profundizar y asignar tiempo para conocernos. El “periodo de la luna de miel” también aplica para relaciones que no son románticas, para otro tipo de amor como el filial, el platónico y otros. Pues nos permiten absorber verdaderamente lo que las otras personas son y lo que significamos para ellos.
Posteriormente se verán marcadas las diferencias y es en esta parte de la relación donde definimos si esta persona se quedará para toda la vida con nosotros. La tolerancia, el perdón, la compasión son virtudes que ayudan a soldar los lazos, incluso con aquellos detallitos que nos chocan (“es muy crítica con ella misma”, “sobre analiza todas las situaciones”, “le cuesta tomar decisiones”, etcétera), o a pesar de las grandes diferencias que parecen irreconciliables (ser de religiones o ciudades distintas, tener ideologías sociales o políticas diferentes, etc.).
Las discusiones y las peleas no son agradables, pero a veces son necesarias para afianzar una relación y establecer límites que serán sagrados durante toda la vida. Escuchar, tolerar, estar abierto a la crítica constructiva, ser asertivo al comunicar parecen ser competencias más apreciadas en un ambiente laboral que en las relaciones humanas, pero son totalmente válidas entre personas que se tienen afecto. Es frustrante que la otra persona se cierre a discutir o evite la confrontación. La mayoría de las veces, este solo acto causa que nos alejemos para siempre porque, si no puedes hablar con tu amiga o amigo de esto que pasa, ¿con quién vas a poder hacerlo?
Si sobreviven la primera pelea con humildad y cariño, la amistad está fraguada. Habrán madurado y podrán tener la satisfacción de estar en el camino correcto.