Nuestros hermanos los animales
l día de hoy Frans de Waal dará una plática en la UNAM: quienes hemos organizado este evento sabemos que no se permite el sobrecupo, por lo cual hemos preparado una sala contigua con una televisión para quienes no logren un lugar en el auditorio.
¿Quién es este hombre y por qué los inscritos a su charla rebasaron el cupo de un amplio auditorio? La palabra clave aquí es “etología”: Frans de Waal ha dedicado su vida al estudio de la conducta animal, en particular al estudio de las conductas morales en los primates.
¿Conductas morales en los animales? Lo que de Waal ha encontrado es que, tanto en los primates como en otras especies, existen conductas de reciprocidad que implican un trato justo, y conductas de empatía, que se reflejan en un trato compasivo.
Nosotros estamos acostumbrados a ver la naturaleza como un lugar temible. Cuando algo nos parece injusto o salvaje, decimos: es “la ley de la selva”. Pero no, la ley de la selva es otra muy diferente a la que existe entre los seres humanos. Podemos quizá no comprenderla, pero en las leyes de la selva y la de la naturaleza hay reciprocidad y empatía.
Por eso de Waal se pregunta: ¿Tenemos la inteligencia necesaria para comprender la inteligencia animal? Y la respuesta es: Sí, pero nadie lo dirá. Unos porque no se han dedicado a este tipo de estudios, otros porque esa aseveración no es políticamente correcta en el ámbito de la ciencia.
Nuestra ciencia está acostumbrada a ver a los animales como sujetos de experimentación, no como individuos con emociones y menos como individuos que piensan, o que manifiestan deseos a futuro. Preferimos creer que el animal vive solo el presente, pero eso no es verdad. Un animal puede ser traumatizado y vivir presa de su pasado, y proyectar deseos y aspiraciones a futuro. Todos los que convivimos con perros o gatos lo sabemos.
De Waal ha mostrado en su obra que los pilares de la moralidad humana se encuentran ya presentes en muchos animales: somos producto de la evolución tanto física como moralmente. Pertenecemos, todos, al reino animal, o como dice Jorge Riechmann: todos somos hermanos. Eso sí es una revolución moral.