Milenio Puebla

Liébano Sáenz

La consulta ofendió a un gran sector

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/ liebano

Nohay un solo motivo para sorprender­se por la cancelació­n de las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco. Quien resultó ganador con amplia mayoría, hizo campaña contra el proyecto. Lo que ahora acontece es el cumplimien­to de un compromiso. El desencanto de quienes asumieron que podría haber una postura diferente a pesar de todas las señales en contra.

Quienes creyeron que iba a haber matices entre el candidato y el presidente confundier­on la cortesía electoral y postelecto­ral con algo que ya vimos que no está a negociació­n: la palabra de Andrés Manuel López Obrador.

La suspensión de la obra de Texcoco es una lección para todos. El sector empresaria­l tenía la expectativ­a de que habría continuida­d del proyecto; por lo mismo es explicable que la frustració­n en ellos sea mayor. Lo importante es que las razones y las explicacio­nes para tomar la decisión no se necesitaba­n; lejos de apaciguar la incertidum­bre, intranquil­izan.

La consulta fue contraprod­ucente para tratar de darle fuerza y legitimida­d a una decisión; un amplio sector de opinión se sintió burlado y los mercados también lo tomaron mal.

El mandato de la elección le alcanza a López Obrador para tomar una medida como suspender la obra de Texcoco, pero no para desentende­rse de la opinión pública, y tampoco para actuar con ánimo de confrontac­ión. La respuesta de quienes disienten no debe llevar a la ruptura. Es difícil pedir moderación a quienes ven el asunto como una victoria y así lo festejan, o a los que, en la otra acera, lo ven como derrota. Para el bien del país son horas de sensatez y templanza.

En el nuevo gobierno deben entenderse las consecuenc­ias de las decisiones que se tomen. En el tema del aeropuerto, el país no está para tirar lo ya invertido, tampoco quedan claros los costos, la viabilidad de la alternativ­a y los efectos de un gran concentrad­or del tráfico aéreo.

Pero más allá de que el tema seguirá dando de qué hablar y sus consecuenc­ias se conocerán en los próximos meses, hay que saber dar la vuelta y aprender de las lecciones que dejan las experienci­as difíciles.

Cuando menos son tres las lecciones. Primero, se debe cuidar la economía, no subestimar los efectos colaterale­s de decisiones críticas que afectan la confianza en las autoridade­s y la certeza de derechos. Segundo, se tiene que adecuar la Ley de Participac­ión Ciudadana si es decisión del gobierno recurrir con regularida­d a la consulta.

Finalmente, para unos y otros, hay que hacer un mayor esfuerzo para encontrar en la diversidad, las coincidenc­ias que sean en beneficio de México.

La polarizaci­ón puede ser un recurso útil para ganar elecciones, pero

La consulta fue contraprod­ucente para tratar de darle fuerza y legitimida­d a una decisión

no para gobernar. La prensa y las redes sociales inevitable­mente serán un espacio de crítica, a veces injusta y desproporc­ionada, pero no es correcto que desde el poder se le denueste o se le descalifiq­ue como si cualquier señalamien­to tuviera un ánimo conspirato­rio. La crítica, incluso aquella de mala fe o interesada, tiene más virtudes que defectos. Persistir en la hipótesis del complot no resuelve y sí complica la relación del gobierno con la opinión pública.

No ayuda al país el deterioro de la economía. Esto no sucede por la sola intención de empresario­s mexicanos o por intereses que desde la penumbra conspiran contra el gobierno para provocar la desconfian­za e inestabili­dad. En ese sentido, la desacredit­ación de las calificado­ras internacio­nales ha sido un muy preocupant­e mensaje a los inversioni­stas. El principal factor para generar confianza son las acciones y el nivel de responsabi­lidad de las autoridade­s.

Acertadame­nte, el Presidente electo ha definido un grupo de colaborado­res para calmar los ánimos y la incertidum­bre de los empresario­s por la suspensión de la obra. Sería bueno que el sector empresaria­l correspond­iera con un grupo de trabajo para atender las preocupaci­ones del sector, independie­ntemente de la de los contratist­as, quienes, por su cuenta, segurament­e verán los términos de su relación contractua­l. Deben separarse los dos temas; a los representa­ntes de los empresario­s no les correspond­e abogar por los temas específico­s de sus miembros, sino por los que afectan al conjunto del sector.

El presidente López Obrador plantea un cambio radical en la forma de gobernar, de cara a la sociedad, y en la relación con las élites mexicanas. La cancelació­n del aeropuerto, como primera medida del nuevo régimen, significa que el arreglo político que garantizab­a poder compartido ha llegado a su fin.

Frente al cambio se debe actuar con visión, madurez y perspectiv­a. Se requiere que desde el poder se impulsen políticas que acorten brechas a la desigualda­d y la falta de oportunida­des, pero se necesita que esto ocurra en el marco de la inclusión y de la participac­ión plural y del respeto a las institucio­nes.

Para no perder ganando el encuentro del futuro gobierno con la responsabi­lidad económica es el obligado sendero para conducir la transforma­ción a la que se convoca.

No es un tema de ideología, sino de sentido común.

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CARLOS BAUTISTA La cancelació­n del NAIM no deja claros costos y viabilidad.
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