NACIÓN: fe, causa y bandera
Cualquier nación que sea construida sin una base sólida, que no se asienta sobre instituciones liberales, que no descansa en el pueblo mismo, sino que depende de la vida, de la fortuna o del capricho de un solo hombre “o de pocos”, en escaso tiempo se verá derrumbarse como si estuviese edificada con arena y una oleada fuerte la inundara hasta no dejar nada de ella.
En este mismo sentido, Bolívar por ningún motivo consintió en seguir al frente del gobierno y dijo: “La nación cuya existencia depende de un solo hombre, no puede tener vida duradera”
Creo firmemente que no importa el número de veces que una nación tome las armas para defender sus ideales, para cambiar el destino de sus pueblos, para mejorar el mundo en el que se hallan y pretenden vivan las futuras generaciones, si no luchan sus batallas pensando en cuál es la política que más les conviene; defendiendo y no dejando quebrantar su criterio con los sofismas con los que pretenden engañarlos; y no perdiendo de vista en ningún momento su verdadero objetivo: el pueblo, y por el contrario se resignan a soportar un gobierno “sin importar que tan malo sea”que los dirija con una política moderada “por llamarla de algún modo”aunque no sea la que verdaderamente se espera y sobre todo, la que se necesita.
Debemos luchar por elegir un gobierno que esté libre de mezquinas pasiones; que se inspire en los altos intereses de la patria y que sus acciones no se basen en la ideología de conquistar el poder a toda costa mientras no lo tiene y una vez en su posesión, no desprenderse de él por ningún motivo, debemos buscar un gobierno que verdaderamente represente al pueblo y debemos nosotros “el pueblo- estar dispuestos a formar parte de este cambio.
Resulta prudente recordar las palabras de José María Morelos y Pavón cuando convocó al Congreso de Chilpancingo:
“Soy el siervo de la nación, porque esta asume la más grande, legítima e inviolable de las soberanías, quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y sostenido por el pueblo; quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad: que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos; que no hay abolengos ni privilegios; que no es racional, ni humano, ni debido que haya esclavos; que se eduque a los hijos del labrador y del barrendero como a los del más rico hacendado y dueño de minas; que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y arbitrario; que tengamos una fe, una causa y una bandera bajo la cual juremos morir antes que vea nuestra patria oprimida como lo está, y que cuando ya sea libre, estemos siempre listos para defender con toda nuestra sangre esa libertad preciosa”, dijó Morelos y Pavón.
Tomando en consideración esa inspiradora noción de lo que deberíamos entender por el término nación, quiero decir que es necesario que, para que un país en estado normal renueve pacíficamente sus autoridades supremas, se necesita que quien lleva las riendas del gobierno tenga gran patriotismo, respete la ley y sepa que a esta debe el poder “y no que el poder es parte de su patrimonio” y además, necesita tener una plena conciencia de cuándo entregarlo; de lo contrario continuaremos viviendo en un gobierno de poder absoluto, sin más interés que su propio bienestar “que nunca, será el bienestar de todos-.