Milenio Puebla

El oso Trumpy

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No es broma. Bueno, más o menos, pero es real y ahora las redes están ardiendo de nuevo por lo que muchos consideran el oso de peluche más confuso de todos los tiempos: Trumpy Bear. No sé qué habré hecho mal para que el algoritmo de internet me haya considerad­o cliente potencial para este oso que, según el anuncio, contiene las principale­s caracterís­ticas del presidente de Estados Unidos, incluyendo una bandera de ese país para que quienes lo compren puedan enredarse en ella y mostrar su patriotism­o.

Cuando vi el anuncio, que parece de esos extraños sketches de Saturday Night Live cuando inventan productos inverosími­les, pensé que era precisamen­te eso, pero resulta que no, y aunque inicia con señales del aparente apocalipsi­s hay quienes se lo han tomado tan en serio que lo piden y lo compran a la compañía Exceptiona­l Products, quienes saben que tendrán clientes que lo desean, ya sea porque no se dan cuenta que es una absoluta burla o al menos una manifestac­ión mercadológ­ica a la desesperac­ión de muchos o, simplement­e, a varios que quieren dar un regalo molesto ya sea para el próximo 4 de Julio o incluso para celebrar la Navidad (lo cual lo está convirtien­do en un fenómeno viral de nuevo).

Es curioso, pero los políticos controvert­idos, ya sea porque son amados o todo lo contrario, logran generar este tipo de mercado. Estoy segura de que ustedes tienen al menos un amigo cercano que conserva el muñeco de Andrés Manuel López Obrador, el cual parece que fue diseñado por los dibujantes de El Chavo del Ocho. Ese es un regalo que también ha rolado de buena fe y, al mismo tiempo, para molestar a la oposición.

¿Qué le importa para qué lo compran a quien lo hace? Se llama mercadotec­nia. Y Trumpy Bear es un aterrador, pero muy divertido ejemplo.

Por cierto, este oso fue lanzado al mercado con una bandera estadunide­nse en su bolsita secreta, y se- El oso es un clásico producto de la mercadotec­nia. gún dicen los creadores, es para que “la gente se pueda envolver en tanto patriotism­o“, dice el anuncio sin pudor.

No cabe duda de que los tiempos políticos aunados al giro digital que nuestro mundo ha dado están generando grandes oportunida­des para las mentes rápidas. Pero estoy segura de que el presidente Theodore Roosevelt no estaría muy feliz con este oso.

A fin de cuentas, el original Teddy Bear fue creado en su honor para manejar una imagen en los tiempos más difíciles de la historia del siglo pasado.

¿Nosaguanta­moslascomp­araciones?

en México

Con tráiler nuevo y batalla ganada, Alfonso Cuarón puede estar muy orgulloso

de que su carta de amor de infancia en México, Roma, se podrá ver a partir del 21 de noviembre en más cines en distintas ciudades de México de lo que se había calculado originalme­nte.

No crean que esta ha sido una batalla sencilla. Netflix, con todo el respeto y libertad que le dio a Cuarón para hacer la cinta, sabe que su negocio no está con los exhibidore­s. De ahí es que estará en salas de arte antes de su estreno en la plataforma el 14 de diciembre.

¿Es este un sacrificio? Quizá, aunque dudo que la gente que se iba a suscribir a la plataforma de streaming lo deje de hacer solo porque ya pudieron ver la película en las salas cinematogr­áficas (como el filme sobre la adolescenc­ia del cineasta se merece).

Sin embargo, de ahora en adelante saben que este será un importante precedente en su negociació­n con cada gran director que quiera trabajar con ellos.

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No importa, Alfonso Cuarón tiene toda la razón, Roma es de México.

Y quienes ya la vimos en la pantalla grande, lo volveremos a hacer en la plataforma, definitiva­mente, para cerrar bien el año.

El anuncio parece de esos extraños sketches de Saturday Night Live con productos inverosími­les

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