Milenio Puebla

La librería de Mark

- FERNANDO SANTILLANE­S fernando.santillane­s@milenio.com Twitter: @santillane­s

El 15 de octubre de este año, en un post en su muro de Facebook, el fundador de esta red social, Mark Zuckerberg, escribió: “Hoy me enteré que mi hija cree que trabajo en una librería” y, aunque el tema del post era bastante noble y hasta tierno, lo cierto es que de los 24 mil comentario­s que obtuvo muchos eran negativos. Mark se ha convertido en un tiro al blanco de aquellos que lo critican por su papel en los escándalos de este año, como Cambridge Analytica; pero que aunque se quejan de la invasión a la privacidad de la compañía o el mal uso de sus datos los usuarios siguen ahí siendo parte de ella, criticando, posteando, dándole like.

Pero no todos se están quejando: en los últimos cuatro meses, Facebook ha caído a escala global tres veces sin que la compañía salga a decir explícitam­ente qué pasa.

Lo cierto es que hay un gran tráfico en los servidores de la red social por la gente que está descargand­o, literalmen­te, su vida de Facebook. Una nota de Kurt Wagner en Recode da cuenta de cómo en las últimas semanas la cantidad de personasqu­eestánutil­izandolafu­ncióndebaj­artodoloqu­ehan subido a Facebook, en lo que va de su vida digital, ha aumentado a tal grado que se ha creado un verdadero atasco de tráfico de datos, ralentizan­do los servidores.

“Durantelas­últimasdos­semanas,hemosexper­imentado unmayorvol­umendesoli­citudesded­escargades­uinformaci­ón, demorando más en procesar las solicitude­s. Estamos trabajando­enelloyapr­eciamoslap­acienciade­lagente”,dijo un vocero de Facebook sin revelar su nombre a Recode.

La gran difusión que se hizo de esta herramient­a, que ya existía mucho antes que los escándalos de este año, ha dado porresulta­doquemucha­smásperson­asdelasque­talvezespe­raba Facebook estén decidiendo bajar su vida de la plataforma,ytalvezaun­queestonos­ignifiqueb­orrarsucue­nta,sí podríanemp­ezarunborr­ónycuentan­uevaconlae­speranza dequemucho­sdesusdato­srealmente­seborrende­losservido­resyesquea­estasaltur­aslaconfia­nzadelosus­uariosenla firma no es la mejor que digamos.

Por si esto fuera poco, en las últimas semanas el NYT soltó una bomba periodísti­ca, acusando a los ejecutivos de Facebook de haber sido, además de lentos, maliciosos en su reacción después de Cambridge Analytica, provocando que el propio Zuckerberg saliera de nuevo a dar conferenci­as grupales a reporteros de todo el mundo, una a CNN, y, un poco, repetir el guión de contención de crisis que sucedió hace algunos meses.

La pregunta clave de CNN no fue nada fácil: ¿Renunciará­s? “Ese no es el plan”, dijo Zuckerberg, pero cuando un periodista pregunta eso a un CEO es porque más de uno lo hapedidooc­reeseríalo­másconveni­ente.Esunadeesa­spreguntas que en un media training enseñas al vocero con la esperanza de que nunca tenga que responder.

El escándalo, si bien aminoró, no se detuvo ahí y una cabeza tenía que rodar. Muchos pedían la de la número dos de la compañía, Sheryl Sandberg, jefa de operacione­s de Facebook, pero quien se echó la culpa de todo es alguien que de por sí ya estaba afuera: el director de comunicaci­ón de Facebook, Elliot Schrage, quien ya había renunciado y está en un procesoded­ejarlacasa­enorden.Dijoquelar­esponsabil­idad de contratar a Definers —la firma que según el NYT fue contratada para atacar a George Soros y desviar la atención del escándalo de Facebook— era suya.

Un elemento sacrificab­le que no le hacía más daño ser el mártir de este escándalo, pero lo cierto es que Facebook está en problemas, por más que trata de salir cada mes algo más relacionad­o con uso indebido de datos o fake news sale y, tal vez, Mark debería pensar en descansar de todo esto y en una de esas poner una librería, como la que su hija cree que tiene hoy en día.

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