Milenio Puebla

Rushdie. “No quiero seguir escondiénd­ome”

Hace tres décadas el ayatolá Jomeini lo sentenció a muerte por su libro Los versos satánicos, considerad­o blasfemo por los musulmanes

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“No quiero seguir escondiénd­ome”, afirma Sal man Rush di e cuando se refiere, a menudo en contra de su voluntad, a la fetua que pesa sobre él desde hace 30 años por haber escrito Los versos satánicos.

El escritor siempre rechazó vivir recluido, pero tuvo que aceptar una protección oficial desde que el ayatolá Jomeini, primer guía de la República Islámica de Irán, formuló el 14 de febrero de 1989 el deseo más envenenado para San Valentín: apeló a su asesinato por su libro juzgado blasfemo por los musulmanes.

De visita a Francia a fines del año pasado, Rushdie explicó: “Pasaron 30 años. Ahora todo va bien. Tenía 41 años, ahora 71. Vivimos en un mundo en que los asuntos que preocupan cambian muy rápidament­e. Ahora hay otras razones para tener miedo, otras personas que matar...”, ironizó.

El escritor nacido en Bombay en el seno de una familia musulmana y que vivió gran parte de su vida en Gran Bretaña antes de instalarse en Nueva York, aseguró además que en esta ciudad vive “una vida normal” y que toma el metro “como todo el mundo”.

No obstante, en la sede de su editorial en París, donde un periodista de la AFP lo entrevistó durante su visita, era imposible no percibir un buen grupo de policías de civil vigilando el edificio.

La fetua lanzada contra el escritor —de nacionalid­ad estadunide­nse desde 2016—, nunca fue levantada y dejó víctimas. En julio de 1991, el traductor japonés de Los versos satánicos, Hitoshi Igarashi, murió apuñalado, y en las mismas fechas el traductor italiano, Ettore Caprio lo, resultó gravemente herido en un atentado.

En 1993, el responsabl­e de la editorial noruega de la obra, William Nygaard, resultó también gravemente herido por tres balas en la espalda. El mismo año, el traductor turco, Aziz Nesin, escapó a un incendio intenciona­do en el hotel en el que se alojaban los miembros de un festival cultural y en el que murieron 37 personas.

Libro incomprend­ido

El libro, según Rushdie, “fue en gran parte incomprend­ido”. “Se trataba en realidad de una novela sobre los inmigrante­s de Asia del sur instalados en Londres y su religión solo era un aspecto de la historia”.

Para el escritor Hanif Kureishi, amigo de Rushdie, nadie “tendría hoy en día las agallas de escribir Los versos satánicos y aún menos de publicarlo”.

Pero Kureishi, que leyó las pruebas de la obra, reconoce que no imaginó las reacciones que el libro provocó en el mundo musulmán.

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