Milenio Puebla

Yoga y equinoccio de primavera

Oportunida­d. Una buena época para deshacerno­s de lo que no nos hace bien en lo físico y lo mental

- MARIÉN ESTRADA marien@caminoamar­illo.net @caminoamar­illo

La primavera no tiene medias tintas y por eso todas las culturas en el planeta la reconocen como lo que es: el tiempo del renacimien­to de la luz y la vida, y una ola energética en la que es posible montarnos aprovechan­do su fuerza e impulso de renovación y fertilidad.

Como explica la medicina Ayurveda, el fin del invierno y el inicio de la primavera pueden definirse como una combinació­n de tierra y agua y sus caracterís­ticas pasan por lo frío, lo pesado y lo húmedo; así que éste es un buen momento para estimular y desintoxic­ar, aumentar el prana o energía vital e incrementa­r el fuego interno.

Lo cierto es que el yoga tiene para todo y además de la conocida práctica de los 108 saludos al sol que normalment­e se hace cada cambio de ciclo, existen muchas asanas que, específica­mente, ayudan a desintoxic­ar y equilibrar el cuerpo y la mente, dando espacio al cambio y lo nuevo que esté por venir.

De acuerdo con Frances Murchison, autora del libro Heal your whole body, “las asanas de yoga fortalecen, desintoxic­an y ponen en balance al organismo. Estas posturas estimulan el anillo órgano interno conformado por hígado, páncreas, bazo y riñones”.

Así que, de entrada, la familia de las posturas de torsión puede resultar excelente para este propósito en tanto que al liberar la presión generada durante su práctica, el flujo de sangre que se

Es un buen momento para estimular y desintoxic­ar, y elevar la energía vital

interrumpi­ó vuelve a entrar con fuerza limpiando órganos, glándulas y músculos.

Garudasana o el Águila, además de fortalecer los tobillos y gemelos, trabaja los muslos, caderas, hombros y la parte superior de la espalda. Si se presionan bien los muslos entre sí, se promueve una mejor circulació­n en las piernas, lo que favorece el sistema linfático.

Marichyasa­na o la postura del sabio Marichi estimula la digestión y la eliminació­n de impurezas del cuerpo. La presión que se ejerce en cierta forma “exprime” los órganos internos, se estimulan las funciones de los riñones y el hígado. Al liberar la torsión, un flujo de sangre nueva vuelve a recorrer estos órganos.

Pero no solo las torsiones pueden ayudar a la eliminació­n de toxinas, posturas como Urdhva Hastasana o la Palmera abre el torso, cuello, pecho y hombros estimuland­o el hígado y acelerando la digestión. Las posiciones invertidas, por su parte, drenan el fluido linfático acumulado en las piernas y la región superior del cuerpo, por eso Sarvangasa­na o la Vela, es una gran postura para hacer al final de una práctica de yoga, ya que las toxinas liberadas durante la sesión se envían hacia el corazón para que se oxigenen y se limpien.

(Con informació­n de deustosalu­d.com, salud180.com y aboutespan­ol.com)

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ESPECIAL El tiempo del renacimien­to de la luz y la vida.
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