Milenio Puebla

Todo es narración

- FLOR DE LIZ MENDOZA

Hace algunos años surgió, en el marco del estudio de la mercadotec­nia,el concepto des toryt el ing, es decir, contempla una nueva manera de vender que ya no está centrada en el producto si no en la historia que está alrededor de él. Como es de su ponerse, la gestación de la historia con la que se crea la necesidad de consumo ya no necesita, como en la narrativa tradiciona­l, la construcci­ón de personajes para insertarlo­s en un espacio y tiempo determinad­os a fin de que realicen acciones que le den curso a la historia misma; más bien, la idea ahora es retomar los elementos que ya se tienen entorno al producto y armar la historia que merecela pena ser contada para disuadir a otro saque obtengan el bien o servicio que se ofrece.

Muy pronto, el storytelli­ng ha ido ganando terreno

en otras disciplina­s como herramient­a de análisis para cualquier discurso narrativo y en cualquier soporte semiótico que sirva como vehículo para la transmisió­n de una historia. Pongamos por ejemplo lo que ocurre en el ámbito jurídico, en donde se presume la necesidad de llegar a la verdad del caso a través de testimonio­s y evidencias. Pero, nada nos impediría pensar en que se trata dedos historias que han sido organizada­s de manera que revelen lo sucedido, y como al menos se contra ponen dos perspectiv­as, obtenemos dos versiones de la historia contadas por narradores diferentes. Al final, el tema de la verdad es un ideal filosófico que termina ganando quien cuenta la mejor versión.

Hasta aquí, parece legítimo preguntar se¿ qué gana el ciudadano promedio al conocer esta herramient­aanalítica? Evidenteme­nte la mayoría no posee aspiracion­es de escritor de historias, algunos ni siquiera se sienten llamados a leerlas. El tema es que todos nosotros estamos cada día, en todo momento, haciendo uso de las estructura­s narrativas para comunicarn­os con otros. Por lo tanto, podríamos estar en varias historias sin darnos cuenta, ser personajes que llevan a cabo acciones (o no) y que producen modificaci­ones en la trama. Al alcanzar esta conscienci­a entonces se pude lograr un panorama mucho más amplio de la realidad que nos circunscri­be.

Pongamos otro ejemplo. En los de bates políticos, los aspirantes a los puestos públicos toman para sí los datos que les rodean y tejen la trama de historias en donde su oponente es, por lo general, el antagonist­a, y ellos toman el papel de héroe que llega para salvaguard­arlos intereses de los demás. En su historia, todo lo que se ha hecho en el pasado ha sido mal planteado, con dolo, fuera de todo orden; por ello, surgen como la oportunida­d de reflexiona­r y dar vuelta hacia un panorama que ellos mismos juzgan superior y mejor organizado­que el que ofrecen los demás contrincan­tes.

La conciencia de ser parte de un mundo que esencialme­nte se comunica a través de historias debería permitirno­s explorar las narrativas. El narratario es el receptor del discurso narrativo; de hecho, los especialis­tas en el estudio de la narración han afirmado que no puede haber narrador sin narratario. Esta es otra de las maneras en que podemos estar inmersos en una estructura narrativa, como esa entidad que escucha lo que el narrador organiza para traer a nosotros la historia. La enorme diferencia, en términos electoral es, implica una elección acerca de qué papel queremos jugar dentro de la historia. Podemos simplement­e quedarnos en la contemplac­ión como narratario­s y escuchar con ojos de asombro los giros narrativos. También, podemos asumir y reconocer nos como personajes que además de escuchar,tenemos la posibilida­d de tomar acciones.

Finalmente, no deberíamos permitirno­s ser parte de una historia sin la conscienci­a de qué rol estamos desempeñan­do dentro de ella. Y entrenarno­s para conocerla diferencia entre manipulary disuadir… pero esa, esa es otra historia.

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