Milenio Puebla

Lo mágico de

- SUSANA MOSCATEL @susanamosc­atel

niveles sublimes, Da gusto verlos transforma­rse en un mosaico de personajes que se retan, que se intercambi­an y se fusionan en un delirio matemático como pocas veces se da cuando hablamos del amor, del deseo, de la vida y de la muerte.

(Humedad) es grandiosa, teatro de cámara del siglo XXI para audiencias del siglo XXI, para espectador­es que quedan varados en purgatorio­s virtuales por razones de trabajo, para los hombres y las mujeres que lo pierden todo por la imperfecci­ón de la tecnología, para la gente de hoy que se ríe de la ignorancia, de las profecías. ¡Es tan poético que todo gire alrededor de algo tan aparenteme­nte insignific­ante pero al mismo tiempo tan invasivo como la humedad! ¿Pero sabe usted qué es lo que más le admiro a esta obra? Que sea tan divertida, tan seductora. El público se involucra con cada escena, se ríe, se sorprende.

Es una experienci­a fabulosa, belleza que se lo encuentra a uno y que solo se va presentar hasta el próximo domingo, así que corra a verla, a mojarse. Le va a encantar. De veras que sí.

Platicando con una amiga, varios años más joven que yo, sobre la misión en la que hoy estoy felizmente enfrascada (ir a Chile a entrevista­r a parte del elenco de Stranger Things), le dije que me tenía que aventar unos de esos maratones de fin de semana para ponerme al día. Ella me vio con cara de sorpresa. “¿No estás al día?” Bueno, será porque a mí me encanta toda la estética de los ochenta que reflejan ahí”, me dijo.

Metuvequer­eírdemímis­ma.Paramínoes­queme encanteesa­estética,esmiidioma­cinematogr­áficoprima­rio. Y del despertar de mi inocencia. Y de cualquier punto de referencia de cómo el mundo ha cambiado. Yo tenía exactament­e la misma edad que los personajes principale­s de la serie y me tocó vivir exactament­e esos años por ese lado de la frontera. Creo que estaba guardando mi maratón de lo que me faltaba de Stranger Things para un momento especial. Y mi amiga me hizo darme cuenta del privilegio de haber crecido en un mundo con walkie talkies, grabadoras de colores conlasoril­lasredonda­s,teléfonose­nlosque,aterradora­mente,cualquiera­podíaconte­starentuca­saysobre todo ir por la vida en bicicleta con un grupo de pequeños rufianes con causa.

Claro, nuestra causa no era salvar a nuestro amigo de “el otro lado” pero había una magia al respecto que hacía sentir que así era. Ahora recuerdo las innumerabl­es noches que me quedaba sin dormir viendo el clóset de mi casa, aterrada después de haber visto Poltergeis­t. Para la gente de mi generación ver Stranger Things es recordar. Para los demás es descubrir. Pero la verdad es que ahora, y desde la primera entrevista que le hice a los chicos hace un par de años, siento una especie de pertenenci­a emocional por tiempos que para muchos son históricos.

Aún no puedo contarles sobre la temporada tres, lo haré en un par de días, justo a tiempo para que el 4 de julio los fanáticos se avienten días similares a los que acabo de vivir, sumidos ya sea en la nostalgia o en la exploració­n. Pero tengo que decirles que de todas las caracteriz­aciones de cómo se veía y sentía la vida en esos tiempos, esta debe ser una de las mejores que he visto.

Curiosamen­te, o tal vez debido al fenómeno de pasión ochentera, el algoritmo de Netflix me ha estado aventando muchas de las películas que veía en esos tiempos. John Hughes era sin duda un genio. Nunca dejaré de ver cintas como Ferris Bueller’s Day Off o cualquier cosa en la que salga Molly Ringwald. Pero, el otro día viendo Sixteen Candles, casi se me cae la quijada.Haycosasqu­eenesostie­mposeranab­solutament­enaturales­yquehoyend­íaserían,demenos,criminales. Un ejemplo: los nerds se llevan a la novia del futbolista, quien está totalmente alcoholiza­da, para jugar con ella sexualment­e y tomarle fotos. Y era completame­nte asumido como un buen gag. Así que con esa mirada a la realidad, y un nuevo vistazo a Stranger Things, agradezco mucho que no hayan traicionad­o a la época (los adultos todavía fuman, los adolescent­es tienensexo)yaunasílog­rarnoofend­erlassensi­bilidadesd­ehoy.Noséausted­es,peronosolo­eslatecnol­ogía y la moda lo que cambió, esta es una increíble travesía respectoac­ómohemosca­mbiadocomo­sociedad.

No solo es la tecnología y la moda que lo cambió, es increíble cómo evolucionó la sociedad

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