El cuarto tomo de la obra de Foucault
El artista plástico mexicano presenta su exposición Headphones en la Galería Klandestina, con una alta dosis de crítica social
Me gusta la exposición Headphones, de Omar Zurita, por varias razones. Sus piezas, de formato grande y con una paleta de colores contrastante, atrevida, pueden parecer a simple vista una afrenta a la moral y las buenas costumbres, pues sus personajes tienen cabeza con forma de nalga y cara con penes y vulvas, no siempre acorde con la identidad de género obvia en cada uno de ellos. El mostrarlos ya es, en sí, un acto transgresor, pero lo mejor de todo es que cada una de las 16 piezas que se exhiben en la Galería Klandestina (Campeche 151, colonia Roma Sur) tienen una crítica social, una visión del presente, una historia contemporánea.
Hace unos días tuve la posibilidad de visitarla junto con su creador, con quien fui revisando cada pieza para comprender su profundidad, aunque como él mismo dice, “todo espectador puede darle una lectura personal. Ver el título y reflexionar sobre lo que quiero decir”.
“Vengo de una pintura muralista que habla de aglomeraciones en las ciudades, donde siempre encontramos la manera de ser prácticos y operar. Quise salir de mi zona de confort para irme de lo general a lo particular, del individuo con su roce con la sociedad, de la decadencia. De ahí viene la propuesta de Headphones. Cada pintura trata de temas como la muerte de la compasión, de las nuevas opciones para relacionarse amorosamente, de la transexualidad, de la masturbación y los límites que nos imponen, los clósets sexuales, las prohibiciones”, cuenta.
Hay una crítica al uso excesivo de los celulares, de las selfis, de fotografías, de esa necesidad de compartir todo lo que hacediferentes
Hay una crítica al uso excesivo de los celulares, de las selfis, de fotografías, de esa necesidad de compartir todo lo que hacemos.
mos a través de las redes sociales, de retratar hasta la muerte, siempre con los audífonos puestos para crear un aislamiento que a veces salva y a veces evita que veamos la realidad tal cual es.
“Hay en mis pinturas símbolos que tienen que ver con la pertenencia. Para pertenecer a grupos con tus iguales se te obliga a consumir productos específicos, a comportarte de maneras establecidas. A veces, nuestro propio sexo nos llega a matar, porque hay personas que nacieron en cuerpos pero la sociedad no les permite expresar quiénes son”, explica el artista, cuya carrera ha sido autodidacta.
“En el mundo latino la sotana de la Iglesia aún protege, pero ahí están las víctimas, debajo de ella. En el caso de este cura que aparece en una obra, sus audífonos le sirven para hacer oídos sordos sobre lo que hacen, pues parecen intocables.”
El anhelo masculino por tener penes enormes y el femenino enfocado en las tetas grandes; las paternidades extendidas que crean hijos e hijas dependientes en su adultez; lo que se esconde debajo de las burkas en Oriente Medio; la aceptación del cuerpo con sus partes flácidas e irregulares están presentes en sus piezas, que sin duda generan cuestionamientos profundos llenos de ironía y retos diversos.
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