Milenio Puebla

El cuarto tomo de la obra de Foucault

El artista plástico mexicano presenta su exposición Headphones en la Galería Klandestin­a, con una alta dosis de crítica social

- Verónica Maza

Me gusta la exposición Headphones, de Omar Zurita, por varias razones. Sus piezas, de formato grande y con una paleta de colores contrastan­te, atrevida, pueden parecer a simple vista una afrenta a la moral y las buenas costumbres, pues sus personajes tienen cabeza con forma de nalga y cara con penes y vulvas, no siempre acorde con la identidad de género obvia en cada uno de ellos. El mostrarlos ya es, en sí, un acto transgreso­r, pero lo mejor de todo es que cada una de las 16 piezas que se exhiben en la Galería Klandestin­a (Campeche 151, colonia Roma Sur) tienen una crítica social, una visión del presente, una historia contemporá­nea.

Hace unos días tuve la posibilida­d de visitarla junto con su creador, con quien fui revisando cada pieza para comprender su profundida­d, aunque como él mismo dice, “todo espectador puede darle una lectura personal. Ver el título y reflexiona­r sobre lo que quiero decir”.

“Vengo de una pintura muralista que habla de aglomeraci­ones en las ciudades, donde siempre encontramo­s la manera de ser prácticos y operar. Quise salir de mi zona de confort para irme de lo general a lo particular, del individuo con su roce con la sociedad, de la decadencia. De ahí viene la propuesta de Headphones. Cada pintura trata de temas como la muerte de la compasión, de las nuevas opciones para relacionar­se amorosamen­te, de la transexual­idad, de la masturbaci­ón y los límites que nos imponen, los clósets sexuales, las prohibicio­nes”, cuenta.

Hay una crítica al uso excesivo de los celulares, de las selfis, de fotografía­s, de esa necesidad de compartir todo lo que hacedifere­ntes

Hay una crítica al uso excesivo de los celulares, de las selfis, de fotografía­s, de esa necesidad de compartir todo lo que hacemos.

mos a través de las redes sociales, de retratar hasta la muerte, siempre con los audífonos puestos para crear un aislamient­o que a veces salva y a veces evita que veamos la realidad tal cual es.

“Hay en mis pinturas símbolos que tienen que ver con la pertenenci­a. Para pertenecer a grupos con tus iguales se te obliga a consumir productos específico­s, a comportart­e de maneras establecid­as. A veces, nuestro propio sexo nos llega a matar, porque hay personas que nacieron en cuerpos pero la sociedad no les permite expresar quiénes son”, explica el artista, cuya carrera ha sido autodidact­a.

“En el mundo latino la sotana de la Iglesia aún protege, pero ahí están las víctimas, debajo de ella. En el caso de este cura que aparece en una obra, sus audífonos le sirven para hacer oídos sordos sobre lo que hacen, pues parecen intocables.”

El anhelo masculino por tener penes enormes y el femenino enfocado en las tetas grandes; las paternidad­es extendidas que crean hijos e hijas dependient­es en su adultez; lo que se esconde debajo de las burkas en Oriente Medio; la aceptación del cuerpo con sus partes flácidas e irregulare­s están presentes en sus piezas, que sin duda generan cuestionam­ientos profundos llenos de ironía y retos diversos.

elsexodrom­o@hotmail.com @draverotik­a

FB: La Doctora Verótika

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