La traición de Urzúa
En el ámbito del Morena, Carlos adquiere la condición de traidor, pero en su mala expresión, mientras la oposición aclama a quien antes reclamaba; el texto de su despedida es una crítica frontal al Presidente, con más arrestos y menos palabras, por mucho,
A veces la lealtad es una forma de traición y la traición una forma de lealtad. L
Javier Cercas a mejor obra sobre el fallido golpe de Estado en España, el 23F en 1981, Anatomía de un Instante, de Javier Cercas, abre espacio a una reflexión: la traición heroica. La democracia en España fue resultado de tres traidores, por cierto, los únicos diputados que le plantaron cara a Antonio Tejero cuando a mano armada asalta el Congreso: la del presidente Adolfo Suárez, que traicionó su origen falangista; la del vicepresidente, el general Manuel Gutiérrez Mellado, quien traicionó su trayectoria franquista y la de Santiago Carrillo, líder comunista que abandonó su leninismo y decidió abrazar la democracia liberal. El autor llama por una ética de la traición, la del héroe en retirada. La democracia solo podía cobrar vida conciliando las dos Españas, la franquista y la de la República. Para ello era menester que cada cual traicionara su pasado, como sucedió para bien de todos y desgracia de los tres héroes traidores.
En el ámbito del Morena, Carlos Urzúa adquiere la condición de traidor, pero en su mala expresión. Pero la oposición aclama a quien antes reclamaba. El texto de su despedida es una crítica frontal al presidente Andrés Manuel López Obrador, con más arrestos y menos palabras, por mucho, que la de Germán Martínez. Urzúa apuesta más al futuro que a la dignidad: no quiere ser parte del desastre que se avecina. El Presidente no tiene oído para su secretario, ni siquiera para una salida cuidada. Su respuesta: son otros tiempos, que diga lo que quiera y que se vaya cuando sea. La afrenta se vuelve invitación y el texto de renuncia consecuencia.
Si Urzúa es traidor, su jefe se ha excedido en el abuso. El asunto que importa no es que permita que su círculo cercano influya con nombramientos a contrapelo del titular, que al parecer de Urzúa se acompaña de conflicto de interés. No es la incomodidad por la interferencia de terceros a la que también alude Germán Martínez. El problema está en los resultados, en las decisiones de política pública e inversiones mayores sin otro fundamento que el capricho de quien manda. No es que el director de la CFE, el titular de la SCT o de la Secretaría de Energía comprometan la confianza y las finanzas públicas, el problema no son ellos, es el Presidente y eso es lo que dice Urzúa y no quiso decir, por miedo, respeto o cálculo, Germán Martínez.
El Presidente no escucha, ese es el problema. Y no solo eso, es azuzador de azuzadores. A nombre de la causa santa abusa de todos, incluso de sus buenos colaboradores y los desmentidos que públicamente hiciera a Arturo Herrera subsecretario ya no los podrá hacer con la misma impunidad a Arturo Herrera secretario, aunque ahora sean otros tiempos. El costo sería mayor y si en esta crisis negada hay algo que reconocerle al Presidente es que tuvo el acierto de nombrar a quien él había descalificado por las razones que hacen a Arturo confiable. Por eso el nombramiento tranquilizó. Se supone que el Presidente habrá de escucharlo. Debe darle confianza, como a todo el equipo, dejar las citas ramplonas de la historia y ceder en su espuria y ridícula personificación de Juárez, a manera de despreciar a quienes requiere para hacer realidad lo que compromete. Es probable, muy probable, que López Obrador pase de manera destacada a la historia, pero no por las mejores razones, al menos no las que gobiernan su imaginario y determinan su conducta.
Urzúa se refugia donde le gusta y acomoda. Al igual que Germán. Dos sonoras denuncias en forma de renuncia. Uno va a la academia, el otro a la grilla parlamentaria. Punto final para ambos, al menos en el servicio público donde rigen reglas de complicidad y compromiso, vigentes aún en estos tiempos diferentes. En ambos está presente lo que dicta el dicho popular “si ya saben cómo soy para que me invitan”.
El problema está en las decisiones de política pública e inversiones mayores sin otro fundamento que el capricho de quien manda