Viento en popa
El Presidente desestimó los focos rojos tras la renuncia de Carlos Urzúa —“Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o de izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”, escribió Urzúa en su carta póstuma—, cuando le preguntaron sobre los malos augurios del Bank of America y Banxico respecto a una posible recesión en México. AMLO dijo que no, que él tenía otros datos y que vamos viento en popa.
Y sí, vamos, nomás que hacia el hoyo; porque López Obrador, pese a los esforzados intentos de sus panegiristas, no es precisamente el foco más brillante del candil, prefiriendo limitarse a recorrer el país atacando periodistas y otros chamucos en templetes a modo, al tiempo que desdeña foros donde podría obtener derecho de picaporte con los líderes de las mayores economías del planeta. Sus pifias, producto de una voluntad autoritaria más que del beneficio público —la clausura del NAIM, el cierre de programas culturales y sociales, la militarización policiaca, las preocupantes señas desde Baja California, los constantes ataques a organizaciones de derechos humanos y de libertad de prensa, su pedestre defensa del vergonzante desempeño de Notimex y la carestía e ineficiencia en sectores como educación y salud, por ejemplo—, las justifica aludiendo a la austeridad y al combate a la corrupción, pero resulta difícil creerle: sin un solo arresto o proceso, sin fincar la menor responsabilidad ni erradicar vicios originales, opta en vez por cerrar los programas que medio funcionaban en vez de arreglarlos, sustituyéndolos por un clientelismo digno de las mejores épocas del viejo PRI.
Botón de muestra: Carlos Lomelí, nuncio de la república pejicana en Jalisco, acaba de renunciar gracias a una investigación periodística donde se le exhibe vendiéndole al gobierno medicinas de esas que no hay porque se cancelaron los contratos anteriores, por corruptos. Solo este año, y en una sola de sus nueve compañías —aunque solo reconoce cuatro, siendo que en todas trabajan los mismos personajes: su ex esposa Lourdes del Socorro Abundis, sus tres hijos y su actual esposa Karina Navarro, además de otros familiares y colaboradores cercanos a Lomelí—, ganó contratos por más de 150 millones de pesos adjudicados por el Gobierno Federal. Veamos lo dicho por el candidato Lomelí durante la campaña: “Vamos a detener ese saqueo que estamos viviendo en los sistemas de salud y vamos a darle cuentas a la gente de quién fue la persona y las personas que han usado el dinero de la salud del pueblo para enriquecerse y llevárselo a los bolsillos”.
Bueno, dirán, ya renunció. Seguro, pero su sustituto desde el sábado, José Juan Soltero Meza, es nada menos que su ex coordinador de campaña, el apoderado y representante legal de sus empresas y antes defensor de la primera esposa y del hijo del Chapo, María Alejandrina Salazar e Iván Guzmán, respectivamente.
No sé si en la T4 ya no vaya a haber corrupción, pero lo que es cinismo, tienen para dar y repartir.