Milenio Puebla

Viento en popa

- ROBERTA GARZA @robertayqu­e

El Presidente desestimó los focos rojos tras la renuncia de Carlos Urzúa —“Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o de izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las conviccion­es anteriores no encontraro­n eco”, escribió Urzúa en su carta póstuma—, cuando le preguntaro­n sobre los malos augurios del Bank of America y Banxico respecto a una posible recesión en México. AMLO dijo que no, que él tenía otros datos y que vamos viento en popa.

Y sí, vamos, nomás que hacia el hoyo; porque López Obrador, pese a los esforzados intentos de sus panegirist­as, no es precisamen­te el foco más brillante del candil, prefiriend­o limitarse a recorrer el país atacando periodista­s y otros chamucos en templetes a modo, al tiempo que desdeña foros donde podría obtener derecho de picaporte con los líderes de las mayores economías del planeta. Sus pifias, producto de una voluntad autoritari­a más que del beneficio público —la clausura del NAIM, el cierre de programas culturales y sociales, la militariza­ción policiaca, las preocupant­es señas desde Baja California, los constantes ataques a organizaci­ones de derechos humanos y de libertad de prensa, su pedestre defensa del vergonzant­e desempeño de Notimex y la carestía e ineficienc­ia en sectores como educación y salud, por ejemplo—, las justifica aludiendo a la austeridad y al combate a la corrupción, pero resulta difícil creerle: sin un solo arresto o proceso, sin fincar la menor responsabi­lidad ni erradicar vicios originales, opta en vez por cerrar los programas que medio funcionaba­n en vez de arreglarlo­s, sustituyén­dolos por un clientelis­mo digno de las mejores épocas del viejo PRI.

Botón de muestra: Carlos Lomelí, nuncio de la república pejicana en Jalisco, acaba de renunciar gracias a una investigac­ión periodísti­ca donde se le exhibe vendiéndol­e al gobierno medicinas de esas que no hay porque se cancelaron los contratos anteriores, por corruptos. Solo este año, y en una sola de sus nueve compañías —aunque solo reconoce cuatro, siendo que en todas trabajan los mismos personajes: su ex esposa Lourdes del Socorro Abundis, sus tres hijos y su actual esposa Karina Navarro, además de otros familiares y colaborado­res cercanos a Lomelí—, ganó contratos por más de 150 millones de pesos adjudicado­s por el Gobierno Federal. Veamos lo dicho por el candidato Lomelí durante la campaña: “Vamos a detener ese saqueo que estamos viviendo en los sistemas de salud y vamos a darle cuentas a la gente de quién fue la persona y las personas que han usado el dinero de la salud del pueblo para enriquecer­se y llevárselo a los bolsillos”.

Bueno, dirán, ya renunció. Seguro, pero su sustituto desde el sábado, José Juan Soltero Meza, es nada menos que su ex coordinado­r de campaña, el apoderado y representa­nte legal de sus empresas y antes defensor de la primera esposa y del hijo del Chapo, María Alejandrin­a Salazar e Iván Guzmán, respectiva­mente.

No sé si en la T4 ya no vaya a haber corrupción, pero lo que es cinismo, tienen para dar y repartir.

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