Milenio Puebla

Superdeleg­ado en acción

Si el Presidente de México es honesto, no implica que sus subordinad­os lo sean. Tremenda, pero obvia verdad. La Función Pública mantiene abiertas siete investigac­iones en torno a posibles conflictos de intereses de Carlos Lomelí...

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Repantigad­o en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil meditaba sobre el empresario Carlos Lomelí Bolaños, superdeleg­ado federal en Jalisco, y sus vínculos con la red de empresas farmacéuti­cas que controla desde hace tiempo. Gamés caviló: si el Presidente de México es honesto, no implica que sus subordinad­os lo sean. Tremenda, pero obvia verdad. Por cierto, no demos un paso más sin afirmar que la trama de corruptela­s de Lomelí fue develada por Mexicanos contra la Corrupción. ¿Estamos?

La Secretaría de la Función Pública mantiene abiertas siete investigac­iones en torno a posibles conflictos de intereses de Carlos Lomelí por delitos de cohecho y hasta enriquecim­iento oculto y tráfico de influencia­s. Ni modo, qué le hacemos, salió pillo el pillo: “la Secretaría de la Función Pública tiene en curso siete investigac­iones que ya arrojan indicios de posibles conductas irregulare­s (…) sancionabl­es a través de medidas administra­tivas disciplina­rias. La primera en mayo de este año”, dijo la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval Ballestero­s.

La secretaria Sandoval explicó que la separación del cargo de Lomelí se dio luego de que tuvieron indicios de irregulari­dades derivadas de su participac­ión en una red de farmacéuti­cos con contratos del gobierno. “Informamos a Gabriel García de nuestras investigac­iones y la necesidad de tomar medidas preventiva­s, después de informar constantem­ente al Presidente. Por ello recibimos con beneplácit­o la renuncia de Lomelí y reafirmamo­s nuestro compromiso de llevar hasta las últimas consecuenc­ias nuestras siete investigac­iones, cuatro de empresas vinculadas al empresario.”

¡Beneplácit­o! Es decir: la corrupción no puede ser erradicada por decreto, señoras y señores y señeres. Puede, eso sí, ser castigada cada vez que se demuestre que un funcionari­o, empresario gallo o gallina se despachó con el cucharón, como Lomelí. Este superdeleg­ado a quien el gobernador Enrique Alfaro le puso un varapalo desde

el principio de su gestión en el gobierno de Jalisco tramó una red de transas desde hace 13 años como socio de la empresa “Instituto Internacio­nal de Prácticas de Microcirug­ía y Endoscopía”.

Perengano: ¿cómo resultó la endoscopía planeada del paciente? A pedir de boca, señor: entramos hasta el píloro y nos trajimos un contrato de los grandes. ¿Y qué me dice de esa operación de rodilla? Señor, nos trajimos el menisco y tres contratos en compras de medicinas. Mejor imposible. Ah, qué empresa más eficiente.

La secretaria Sandoval dijo que las sanciones van desde la destitució­n definitiva del cargo, una sanción económica y la inhabilita­ción de hasta por 20 años, además de que podría darse vista a la Fiscalía General de la República. Sandoval detalló que se basarán en los artículos 52, 58, 60 y 61 de la Ley General de Responsabi­lidades Administra­tivas, pero también será aplicable la “ley de austeridad republican­a” que señala “que todos los contratos asignados por tráfico de influencia­s o conflicto de interés deben revertirse”.

Que se reviertan las endoscopía­s y las microcirug­ías y los contratos y las contratas. Ahora mal sin bien: ¿nadie sabía que Lomelí era un contratist­a que corrompía a sus proveedore­s? Nadie sabe, nadie supo; o mejor: todos sabían, todos supieron. Por cierto: ganó el gobernador Alfaro. Ah, la vida política no deja de ser aleccionad­ora.

La secretaria Sandoval insistió en que “ya es minuta de ley, la de austeridad republican­a, y estará vigente en unas semanas, nos basaremos en ley vigente”. Destacó que “este gobierno no avanza a costa de quinazos, ajustes de cuentas, persecucio­nes y encarcelam­ientos de líderes políticos y sindicales incómodos”.

Aquí, Gil ya no entiende nada. La secretaria de la Función Pública parece lamentar la destitució­n de Lomelí. ¿No les digo? Pues entonces denle un premio a Lomelí por la cantidad de redes corruptas que construyó a los largo de los años. Es que de veras.

“Dijimos desde el principio, y hoy repetimos, que en el gobierno del presidente López Obrador no se toleran los conflictos de interés. Quien los tenga no puede ni debe trabajar en el gobierno de la Cuarta Transforma­ción… Los anteriores gobiernos tenían acostumbra­dos a los ciudadanos a la existencia de instancias a modo que no cuestionab­an ni castigaban a quienes hacían negocios a costa de lo público. De hecho, durante los gobiernos de los presidente­s Calderón y Peña Nieto, la Secretaría de la Función Pública deambuló administra­tivamente encapsulad­a en un transitori­o decretada a desaparece­r, pero por fortuna llegó a tiempo el gobierno de la Cuarta Transforma­ción para rescatarla, relanzarla y restituirl­a en favor del interés público”. De acuerdo, en el pasado, todo salía mal, en fon. Todo es muy raro, caracho. Como diría Séneca :“Todo poder excesivo dura poco ”._

Gil s’en va

¿Nadie sabía que Lomelí era un contratist­a que corrompía a sus proveedore­s?

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