Milenio Puebla

“No es posible resumir lo que son las políticas públicas”

El estilo de políticas públicas valora el capital humano y el capital administra­tivo. Ante la complejida­d de los problemas públicos se requiere de conocimien­tos complejos. No cualquiera sabe cómo diseñar políticas públicas

- Víctor Reynoso

Hoy se habla mucho de políticas públicas, sin saber siempre qué son. Generalmen­te se ven como cualquier acción de gobierno. Pero no es así. Las políticas públicas pueden ser definidas como “un estilo de pensamient­o y acción” para tratar de resolver los problemas públicos. Como tal, se distingue y se opone de otros estilos, como el populista. Mauricio Daussage-Laguna nos recuerda esta distinción y su pertinenci­a para analizar a diversos gobiernos contemporá­neos en un texto publicado en la revista Letras Libres de este mes.

No es posible resumir lo que son las políticas públicas en este espacio, pero sí acercarnos a sus caracterís­ticas más generales. Su estilo incorpora el conocimien­to y la racionalid­ad desde sus orígenes ha vinculado a los hacen con los que saben y se esfuerza en ser racional en varios sentidos, desde el más básico: la vinculació­n entre medios y fines. Considera también que la racionalid­ad es limitada, nunca podemos conocer todo, pero también incrementa­l: vamos aprendiend­o de los éxitos y los fracasos del pasado.

La tradición o el estilo de las políticas públicas vincula al estado con la sociedad: ninguno de los dos tiene el monopolio del conocimien­to ni de la racionalid­ad. En cada problema público específico debe darse este vínculo de manera particular.

El estilo de políticas públicas valora el capital humano y el

capital administra­tivo. Ante la complejida­d de los problemas públicos se requiere de conocimien­tos complejos. No cualquiera sabe cómo diseñar políticas para prevenir y atender las enfermedad­es más ominosas, o para limpiar los ríos y las playas, o para generar energía limpia y económica. Es indispensa­ble tener gente capacitada, conocedora de cada tema. Es indispensa­ble tener funcionari­os capaces y con experienci­a (desde los secretario­s de estado hasta los empleados de ventanilla) que resuelvan los diversos, complejos y numerosos problemas públicos.

El estilo populista es muy distinto. Más que en el conocimien­to o en la racionalid­ad, confía en la buena fe del líder y su intención de favorecer al pueblo, o a lo que él entiende por pueblo. La diferencia entre “pueblo” y “público” es clave para la distinción entre los dos estilos.

La intuición, el sentido común, las buenas intencione­s, del líder y de su grupo suplen a todo lo demás. Hay un desprecio por los expertos, los diagnóstic­os, las experienci­as previas. También por el capital humano y por el capital administra­tivo. Lo importante es la buena fe del grupo gobernante.

Mientras el estilo de políticas públicas complejiza y divide el aparato de Estado, el populismo lo simplifica y centraliza. Importa no el conocimien­to experto, sino la lealtad al dirigente. Las políticas públicas implican costos, empezando por el del capital humano (“paga cacahuates, y tendrás simios”, dice la teoría del servicio profesiona­l de carrera). Para el estilo populista basta la buena fe.

Las políticas públicas exigen conocimien­to especializ­ado, pero también reglas claras y objetivas. El populismo tiende a la discrecion­alidad: las reglas suelen estorbar las intencione­s del líder. Por eso su desprecio a la división de poderes y en particular al poder judicial. Pero también a las reglas de operación y protocolos. Como siempre, la realidad es mucho más compleja que el lenguaje con el que tratamos de explicarla. Todo lo anterior son aproximaci­ones, pero son útiles para entender lo que está sucediendo en el mundo contemporá­neo, donde los populismos han ido surgiendo en varios continente­s.

Esos populismos contemporá­neos pueden tener muchas diferencia­s de forma, pero en algo coinciden. En su alejamient­o de la tradición de las políticas públicas: su desprecio al conocimien­to, a los diagnóstic­os serios, a las institucio­nes (desde reglas de operación hasta las diversas formas de división de poderes).

El estilo de políticas públicas está lejos de resolver todos nuestros problemas. Pero parece ser lo más sensato que tenemos. El estilo populista no parece ser una alternativ­a.

Se definen como “un estilo de pensamient­o y acción” para tratar de resolver problemas públicos

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