Alfredo Campos Villeda
“Para Baricco, las aplicaciones del orbe digital aniquilan el infinito”
Alessandro Baricco escribe en su nueva obra, The Game (Einaudi Stile Libero Big 2018), que la plataforma Spotify representa el nuevo concepto del “todo” no tanto porque contenga en efecto casi toda la música del mundo, sino por el modo en que se paga, que pronto será la única unidad de medida significativa.
No se paga “un trozo de música”, sino
el acceso a toda la del mundo, donde ya solo hay una cosa que tiene un precio: el todo. Que se convierte en mercancía, la única, constituyendo una revolución con enormes consecuencias. La primera, dice Baricco, es cultural y acaso mental, pues cobra una víctima ilustre, el infinito.
En cierto sentido, las aplicaciones del orbe digital aniquilan el infinito y reducen al mínimo los márgenes incontrolables del mundo. En el caso de una app que te dice las letras de todas las canciones, aquello que deja de existir son los confines entre las piezas que sabes cantar y el infinito de las que no, desapareciendo la excitación, el latido, el deseo, la sombra y la percepción de infinito.
Otro caso es la traducción inmediata. Una vez que seda clic ala pestaña, se rompe la barrera lingüística y convierte cualquierlengua ala del gusto del usuario, por lo que la percepción física de un mundo en el que puedo alcanzarlos con fines más extremos comienza a dejar de existir.
En El juego, expone el autor de Seda, el infinito es una categoría en desuso, sobrevive como un artículo con un toque kitsch. Veamos Google. No es un motor de búsqueda, sino El Motor de Búsqueda, sin competencia al menos en Occidente. “En esta instintiva e inexorable ocupación de espacio, de todo el espacio, se puede entrever un modelo de negocio que es fácil de reconocer en muchas vértebras de la insurrección digital: un buen negocio es un negocio con un solo jugador, tú”.
En un recorrido a los años 60, cuenta cómo de niño solo había un noticiario televisivo y un único diario. La verdad de Vietnam era una. Medio siglo después, solo hay un Google, un Facebook y un YouTube, monopólicos los tres en lo suyo, y es una cosa en todo caso “singular”, no trágica. Se acabó la ideología y toma su lugar el método. No hay que cambiar la mente de una persona, sino darle una herramienta y cambiará el mundo.
Bienvenidos a El juego.
En cierto sentido, las aplicaciones digitales aniquilan el infinito