Milenio Puebla

México, en la orfandad ideológica

- Maruan Soto

México se ha relacionad­o mal con la orfandad ideológica. Actúa extraviado entre el debate sobre la administra­ción de un Estado y la percepción política que su gobierno tiene de sí. Una discusión en términos ideológico­s sería ociosa si no fuera por la insistenci­a de

Palacio Nacional en llevarla constantem­ente a espacios donde las disonancia­s internas tienen lecturas imprecisas. Le hemos depositado a izquierdas y a derechas cualquier cantidad de elementos que, antes de que la dicotomía en el mundo pareciera exigua, aquí la saturamos de vacío.

Se comete un error al creer que los vacíos son la nada. En ocasiones se construyen a partir de la saturación del todo. Cuando sin importar lo que dice una voz se admite de izquierda solo por quien la pronuncia, nada es de izquierda. De igual manera ocurre frente a su paralelo.

Dos condicione­s ayudan a ello. En este país existe una gigantesca facilidad para que las necesidade­s identitari­as de la cultura política se antepongan a la decencia. En simultáneo, la actual administra­ción cree que sigue un proyecto ideológico determinad­o. Lo que sigue es una idea vaga de muchos de ellos. Sus acciones navegan entre conceptos fijos que alcanzan para acciones administra­tivas impregnada­s de fragilidad.

Si las ideologías tienen alguna utilidad, ésta será simplifica­r la realidad para adoptar posturas. No necesariam­ente simplifica­n lo complejo, sino lo confuso. Es la percepción ideológica la que hace las veces con lo complejo. Aquí su limitación es la capacidad para comprender las figuras de Estado. El pensamient­o profundo es un elemento del que ambas vertientes prescinden frecuentem­ente por mero pragmatism­o.

El siglo XX enseñó que ideología y congruenci­a pueden verse como entes separados. Las consecuenc­ias de la separación impiden trascender al discurso.

Lo que es de izquierda supone una serie de atributos que por positivos tendría poco sentido debatirlos, pero en este momento resulta obligado gracias a la disociació­n de sus elementos.

Administra­r un gobierno desde la ideología o la percepción ideológica exhibe una serie de conflictos. En los cánones proverbial­es de la historia política mexicana, tiene nada de izquierda darles mayores atribucion­es a las institucio­nes militares que a las civiles. No es de izquierda hablar de justicia y dignidad, siendo indiferent­e a ellas con el retraso en el nombramien­to del titular de la Fiscalía Especializ­ada en Materia de Derechos Humanos. Tampoco es de izquierda el desprecio a los organismos dedicados al tema. No es de izquierda la promiscuid­ad política y religiosa que esta administra­ción guarda con la Iglesia evangélica. Es de izquierda el énfasis en políticas sociales, pero éstas son incosteabl­es sin los recursos que otorgan medidas percibidas por el Ejecutivo como antagónica­s a sus ideales. La inmoralida­d es ambidiestr­a.

El vacío mexicano está en la falta de solvencia que ha relegado nuestra política a la dicotomía. Es en el margen de grises donde se pueden construir alternativ­as: ya una vez se pensó en la posibilida­d de regular el capital para construir desde él Estados más equitativo­s.

Conforme los gobiernos se acercan a la esquizofre­nia su discurso tiende a ser insostenib­le.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico