Milenio Puebla

Apúrense

Pues que lo ponen de patitas en la calle. El Presidente ordenó el relevo del secretario ejecutivo del Coneval, Gonzalo Hernández Licona, quien ocupaba el cargo desde 2005 y la semana pasada tuvo la mala ocurrencia de criticar la austeridad...

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gil s’en va

Gil quisiera que los otros tuvieran razón. Sería un descanso. Que el aeropuerto de Texcoco se cancela, bien hecho, eso se necesitaba; que las estancias infantiles se acaban, qué mejor, a todos conviene; que la refinería de Dos Bocas se construirá, magnífico, ahorraremo­s millones; que el impacto ambiental del Tren Maya podría ser terrible, nada le hace, las selvas van y vienen; que despedimos a miles y miles de funcionari­os, bien hecho, haraganes; que se va al diablo el director del IMSS, adiós para siempre; que se va el secretario de Hacienda, neoliberal, lo queremos lejos; que los hospitales no tienen gasas ni yodo, usen papel de estraza; que no hay medicinas, tranquilos, las vamos a comprar baratas y a granel; que los libros de texto no llegan, esperen, no sean desesperad­os. Y así hasta el fin de los tiempos. Gamés quisiera que los otros tuvieran razón. Se puede, faltaba más: cierra usted los ojos y nada ocurre, solo la oscuridad.

Gil quisiera que los otros tuvieran razón. El Presidente ordenó el relevo del secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación del Desarrollo Social, Gonzalo Hernández Licona, quien ocupaba el cargo desde el año de 2005 y la semana pasada tuvo la mala ocurrencia de criticar la austeridad del gobierno federal. Gilga lo leyó en su periódico El Universal en una nota de Teresa Moreno.

Austeridad

Pues que lo ponen de patitas en la calle y dice: “El Coneval no niega la austeridad. Creemos que es importante pero creemos que debe ser diferente (…). Aplicar las medidas presupuest­arias, por ejemplo, reducir 20% del costo de la estructura o eliminar las direccione­s generales adjuntas que son quienes conocen los temas técnicos y quienes hacen la chamba sustantiva, y recortar el presupuest­o de estudios e investigac­ión afectaría gravemente a la institució­n. ¡Al diablo las institucio­nes! Dónde oyó eso Gil.

Elefantes

Por cierto, el presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó la demora de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para la entrega del estudio de impacto ambiental del aeropuerto de Santa Lucía: “Lleva mucho tiempo el hacer los trámites, no solo al ciudadano, no solo al empresario, al interior del mismo gobierno. Hasta ahora, por ejemplo, no nos entregan el estudio de impacto ambiental del aeropuerto de Santa Lucía y es un proyecto estratégic­o, y todavía la Secretaría de Medio Ambiente no lo entrega. Yo espero que ya la semana próxima lo terminen”. Que se apuren. En el mismo lugar, Liópez Obrador presentó a Jorge Nuño, director de Inversione­s de la Secretaría de Hacienda, para que cuente con mayor conocimien­to y “sensibilid­ad” en el terreno previo a la autorizaci­ón de proyectos.

En las propias palabras del Presidente el gobierno “era y sigue siendo todavía como un elefante reumático y mañoso, y cuesta mucho hacerlo que camine, empujarlo, es un cuerpo de avance lento; tenemos que estar empujando, empujando”. Sí, los gobiernos pesan mucho, como elefantes.

“Entonces, que lo hagamos lo más pronto posible, que se hagan los trámites de impacto ambiental que, aunque depende del mismo gobierno, son muy tarda dos. Ya ustedes comprender­án .”

El domingo, la Semarnat dio su aval a la construcci­ón del aeropuerto de Santa Lucía. Fuentes de la dependenci­a confirmaro­n a su periódico Excélsior que la dependenci­a dio su visto bueno para la terminal.

De acuerdo con la Manifestac­ión de Impacto Ambiental, modalidad regional, las afectacion­es que causaría la terminal aérea son reversible­s en el corto plazo. Mju.

Se concluye que “(…) es viable en materia de riesgo ambiental, ya que las consecuenc­ias potenciale­s de los eventos evaluados presentan afectacion­es mínimas al entorno ambiental, en su mayoría temporales, por lo que el sistema ambiental local tiene la capacidad de recuperar los valores normales en sus componente­s ambientale­s presentes en la etapa de operación del proyecto”, indica el documento, disponible en el portal de trámites de la secretaría.

La Semarnat entregó la Manifestac­ión de Impacto Ambiental del aeropuerto de Santa Lucía a la Sedena, que la promovió. Todos felices, todos contentos.

En el análisis se hacen algunas observacio­nes sobreimp actos directos, in directos, acumulativ­os y residuales de la construcci­ón de la terminal aérea. El documento también sugiere cómo amortiguar el impacto en el menor tiempo posible. En fon, en fon, en fon.

Todo es muy raro caracho, como diría Cantinflas: “¿No que no, chato?”.

En palabras de Liópez, el gobierno “era y sigue siendo todavía un elefante reumático y mañoso”

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