Milenio Puebla

Échale humildad

- OMAR CERVANTES ocr@laalegriad­evivirsina­dicciones.com

Hay una frase muy común en los grupos de 12 pasos, que en muchas ocasiones se desconoce su origen o significa doy que en realidades uno de los pilares terapéutic­os del programa :“échale humildad ”.

La humildad, una antítesis de la soberbia y el egocentris­mo, que suelen ser dos caracterís­ticas de los adictos, es trabajada de diversas formas ya sea con el programa de los 12 pasos que dicen que es “egoreducto­r” o en la terapia individual, como una fórmula en que el individuo lleguea comprender que, a través de servir a otros, de reconocer que hay una fuerza superior y de practicar principios espiritual es,

puede encontrar una forma de tratar suenfermed­ad.

“Humilde mente le pedimos a Dios que nos liberase de todos los demás defectos de carácter”, dice el enunciado del paso 7 de los 12 que, en este mes de julio, por ser el séptimo, en muchos grupos se dedican a estudiarlo que se entiende por él.

En una de sus principale­s acepciones, la humildad se conoce como la virtud que consiste en el conocimien­to de las propias limitacion­es y debilidade­s, tan necesarias en el proceso de recuperaci­ónde un adicto, así como la caracterís­tica de la persona que, sin ensalzar sus logros, es capaz de reconocer sus defectos y errores.

En el proceso de recuperaci­ón de adicciones,co dependenci­ay conducta s compulsiva­s, la humildad se entiende como la acción de olvidarse de sí mismo y poner el interés en los demás, en algún sentido espiritual, bajo el esquema de servir y no de ser servidos. Cuando llega a consulta algún prospecto en etapa de negación es común escucharle frases como “yo puedo solo”, “no necesito ayuda”, “no tengo ningún problema”, “vine porque me lo pidió alguien más ”,“no creo en los terapeutas”,“los grupos no son para mí ”,“soy funcional”, “no le hace daño a nadie” y cualquier cantidad de argumentos centrados en el yo, en el ego, que en muchas ocasiones rayan en la soberbia, por lo que debe hacerse un trabajo asertivo para sacar al individuo de ese terreno y llevarlo lentamente al marco familiar o social en donde no está solo.

Una vez que la persona en recuperaci­ón ha admitido su enfermedad, reconoce que no puede solo y comienza a desarrolla­r la fe en algo, ha comenzado a practicar la humildad que será básica en su proceso cuando eventualme­nte se percate de que el consumo de su sustancia de preferenci­a no era su único problema y tendrá que“pedirlehum­ilde mente a Dios que le quite los través de la terapia individual ._ otros defectos” que le están impidiendo desarrolla­r su salud integral y su auténtico propósito de vida, ya sea que lo haga dentro de un grupo de ayuda mutua o a

La humildad, una antítesis de la soberbia y el egocentris­mo

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