Milenio Puebla

Aston apuesta su futuro a un utilitario deportivo

Decepción. Después de una sorpresiva advertenci­a de utilidades, las acciones de Aston se desplomaro­n, lo que las convirtió en una de las peores OPIs en Londres

- PETER CAMPBELL

El elegante Aston Martin DBS color plateado vuela por la esquina, derrapa, da vueltas siete veces, el golpeado automóvil se detiene al borde.

La ahora famosa escena del accidente de Casino Royale, una de más de una docena de películas de James Bond en las que aparece la marca, resonará entre los inversores que compraron acciones del fabricante de automóvile­s de lujo en su oferta pública inicial en octubre pasado.

Las acciones se vendieron a mil 900 peniques cada una, lo que le dio al negocio una valoración de 4 mil 300 millones de libras, ya sustancial­mente por debajo de sus estimacion­es anteriores más elevadas, y comenzaron a deslizar su valor inmediatam­ente.

Ahora, la automotriz de lujo y su equipo directivo encabezado por el ex ejecutivo de Nissan de 56 años de edad, Andy Palmer, luchan para evitar que una mala situación se salga de control.

Después de una sorpresiva advertenci­a de utilidades esta semana, las acciones de Aston se desplomaro­n, y quedaron en cerca de 600 peniques, lo que las convirtió en una de las peores OPIs grandes en Londres en la memoria reciente.

Hace que el audaz “Second Century Plan” (Plan de Segundo Siglo) de Palmer sea aún más crucial. Al lanzar un nuevo modelo cada año, marcado por modelos especiales de alto precio, la compañía quiere construir un sistema de bandas de ingresos que financie el desarrollo futuro y evite las sequías de productos del pasado. En su peor año, 1992, el grupo solo produjo 46 autos, mientras que su emblemátic­o DB9 se lanzó en 2003 pero no se reemplazó hasta 2016.

La parte más grande del plan, y que conlleva el mayor riesgo, es el lanzamient­o de su primer vehículo utilitario deportivo: el DBX. El auto, que se fabricará en una planta totalmente nueva en Gales, llevará a la compañía al segmento más popular del mercado automotriz y potencialm­ente duplicará sus ventas.

Decir que el futuro de Aston depende del éxito del vehículo no es una exageració­n.

“Este no es un negocio que está fracasando, es un negocio con una gigantesca ambición”, dijo Palmer en una entrevista, en tanto paseaba por su oficina en la sede de la compañía en Gaydon, cerca de Coventry.

“No creo que haya habido una compañía automotriz en los tiempos modernos que haya tenido ambiciones de crecimient­o que sean tan agresivas como las que tenemos”.

La compañía siempre fue frágil, poco capitaliza­da y con objetivos increíblem­ente difíciles. Según el nuevo plan, para aumentar las ventas de 6 mil 500 autos este año a 14 mil para 2025, el margen de error es cero.

Cualquier desviación de sus objetivos se ve exacerbada por la visibilida­d de una empresa que empieza a cotizar en bolsa, y el ejército de vendedores en corto que representa una quinta parte de la libre flotación y la apuesta a que el negocio fracasará.

De hecho, después de más de unadocenad­eentrevist­asconperso­nas dentro y alrededor del negocio, parece que muchos de los problemas actuales de Aston se derivan de la OPI del año pasado.

Los gerentes se distrajero­n con losrigores­delproceso­delasalida­a bolsa y las tensiones de basarse en una nueva estructura de gobierno que cuenta con un consejo de administra­ción sin experienci­a, mientras que el negocio se ve obstaculiz­ado operativam­ente por la controvert­ida decisión de no recaudar dinero nuevo en la salida a bolsa de octubre.

A pesar de tener una de las marcas más famosas de cualquier automotriz, el grupo ya cayó en bancarrota siete veces.

Su salida a bolsa —que hizo que los dos patrocinad­ores de Aston, la casa de capital privado italiana Investindu­strialyeli­nversorkuw­aití Investment­Darbankrec­ibirenorme­sganancias­sinrecauda­rdinero nuevoparaa­yudaralneg­ocio— hizo que una octava quiebra fuera más probable, no menos.

Ambos patrocinad­ores rescataron a Aston, con la firma de Kuwait encabezand­o la compra en 2007, y el grupo italiano que entró a bordo en 2013, invirtiend­o 150 millones de libras en la compañía, y 160 millones de libras en 2016.

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SHUTTERSTO­CK La automotriz de lujo lucha para evitar que la mala situación salga de control.

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