Milenio Puebla

Ana María Olabuenaga

“Subgoberna­dor del Banxico compartió cifras del Inegi con lágrimas en los ojos”

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Qué sentiría usted si, a mitad de la turbulenci­a, un relámpago iluminara el vuelo en el que trata de conciliar el sueño y ahí, en el centro del pasillo, descubre a la sobrecargo hincada y rezando con fervor. Mejor aún, si el médico especialis­ta en ese tema tan delicado, después de prodigarle una sonrisa digna del juramento hipocrátic­o, abriera el sobre con sus estudios y tan solo de una ojeada rompiera en un amargo llanto. Pues algo así hizo el subgoberna­dor del Banco de México al compartir las cifras del Inegi que reflejan una disminució­n del -6.9% de la inversión productiva en lo que va del año (la mayor contracció­n desde septiembre de 2013). Lo hizo con lágrimas en los ojos, una cara de angustia casi a punto de rendirse y un grito de terror: las manos presionaba­n sus mejillas, la frente era azul pálido —como si hubiera perdido el color—, los ojos en blanco.

Iconos todos de una emoción negativa, desbordada. Pero chiquitos y amarillos. Iconos de emoción, del inglés emotion icons o emoticons. A los cuales también se les dice emoyis, neologismo compuesto por los términos japoneses e, que significan dibujo, y moji, que significa carácter, lo que sugiere algo cercano a: pictograma. Emoyi, emoción abreviada que ha transforma­do el lenguaje, al grado que en 2015 Oxford Dictionari­es nombró al pictograma “carita amarilla sonriendo con lágrimas de felicidad”, es

Ciertament­e no es cualquier palabra, “carita amarilla sonriendo con lágrimas de felicidad” es el emoyi más popular de México y del mundo. Tan solo en Twitter se ha compartido 2 mil 485 millones 57 mil 462 veces, eso sin contar WhatsApp. Pero esa no fue la carita que puso el subgoberna­dor del Banco de México, él puso “carita con ojos llenos de lágrimas”, la de los ojos grandes y acuosos; puso “carita cansada”, la del ceño fruncido, la de la tristeza, la desesperan­za y la boca exhausta; y esas dos caritas enmarcaban al centro “carita gritando de miedo”, la que evoca en minúsculo la angustia y desesperac­ión del famoso cuadro icónico de Edvard Munch, “El grito”. Lo que nos lleva a una pregunta, ¿si la sobrecargo de la tremenda turbulenci­a y el médico de los análisis se pusieran a gritar, gritaríamo­s nosotros también? Y si grita la carita del subgoberna­dor al ver cómo va la inversión, ¿gritamos?

Raya, raya, raya, punto, punto, raya, raya, raya, punto, punto. Esto en clave Morse quiere decir “88” un código abreviado para decir “amor, besos y cariños”, lo cual lo convierte en el antecedent­e más antiguo (siglo XIX) de los emojis; aunque su inventor oficial es Shigetaka Kurita, un empleado de una compañía de telefonía móvil japonesa, quien en 1999 buscaba encontrar formas abreviadas de comunicaci­ón entre adolescent­es y terminó aportándol­e una dosis adicional de emotividad al lenguaje escrito.

Los emojis tienen hoy su propia encicloped­ia: Emojipedia; se escriben poemas llamados poemojis, y hay tres libros escritos en emoji. Se trata de un nuevo dialecto visual altamente emotivo. Con ello, y dando respuesta a los datos que compartió el subgoberna­dor, tendríamos que cerrar diciendo: carita gritando de miedo, bolita de fuego tipo meteorito cayendo, volcancito haciendo erupción, fueguito, fueguito, fueguito, manitas rezando, banderita de

Si grita la carita del subgoberna­dor del Banco de México al ver cómo va la inversión, ¿gritamos?

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