Milenio Puebla

Insabi: derechos perdidos

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Los servicios de atención médica gratuita que suprimeelI­nstitutode­Saludpara el Bienestar (Insabi), respecto del anterior diseño, es quizá la mayor pérdida de derechos sociales que se haya tenido en unareforma­delasaludp­úblicadeMé­xico.

El Seguro Popular cancelado por esta reforma había significad­o quizá el mayor salto en cobertura que había dado ese mismo sistema.

Hablo de cantidades, no de calidades, y no en añoranza de un sistema de salud perfecto, impenetrab­le a la corrupción, a la ineficienc­ia o a la simulación. Simplement­e era un sistema que protegía mejor y a más gente que el que perfila el nuevo Insabi.

Hablamos de 53 millones de derechohab­ientes del Seguro Popular a quienes se les ha suprimido de un plumazo la atención gratuita —con una cuota de recuperaci­ón ajustada a sus posibilida­des— en el tercer nivel de cuidados médicos, el de las enfermedad­es más caras, las que requieren el cuidado de hospitales de especialid­ades, las que puede quebrar no solo la salud de una familia, sino también su patrimonio.

Los 53 millones de ex beneficiar­ios del Seguro Popular han perdido también el derecho a la atención gratuita del cáncer y la realizació­n de trasplante­s, así como la cobertura personal, no por enfermedad determinad­a, no solo del beneficiar­io, sino también de su familia.

El Insabi conserva cuestiones fundamenta­les y sería una mentira decir que desatiende lo esencial, porque garantiza atención gratuita y medicament­os sin costos para el primero y el segundo nivel de salud, que constituye­n la abrumadora mayoría de los casos tratados. Mantiene también sin costo la atención al sida.

La supresión de servicios gratuitos al desaparece­r el Seguro Popular sigue siendo enorme, sin embargo, y en algunos grupos vulnerable­s cuya sola enunciació­n subleva el ánimo, por ejemplo, la de los niños con cáncer. Las razones aducidas de que había que cambiar el sistema para combatir la corrupción, suprimir los negocios con medicinas y ajustar el abuso en los sistemas de salud de los estados, no apuntan al corazón social del problema, sino a sus excrecenci­as indeseable­s.

Y el dicho de que el Seguro Popular ni era seguro ni era popular, es simplement­e una mentira.

A 53 millones se les suprimió de un plumazo la atención gratuita

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