Milenio Puebla

NGREDIENTE­S DEL TIXMOLE

-

Ocampo, de donde es originaria. Informa que entonces venían de Morelos, mal comidos, “subiendo y bajando cerros”, pues en su infancia le llevaron a otras localidade­s a trabajar hasta que se casó de 16 años y junto con su esposo regresó a su querencia en 1975.

Surge su negocio

Doña Reina Hernández recuerda que con las personas con las que iban a comer los trataban mal: “Nos aventaban el plato. Hasta que un día me dije, ‘esa vieja se está haciendo rica a nuestras costillas y todavía nos dice nacos, indios, tragones, mugrosos’. ‘La Licha’ nos trataba muy feo”.

Remarca que ese maltrato la hizo esforzarse para crear su propio negocio, primero fue una maicera, la cual representa­ba un trabajo más que arduo, por lo que decidió incursiona­r en otra actividad, pues careció del apoyo de su marido: “Él se la pasaba nada más en la cantina bebiendo”. Evoca que ese vicio de su cónyuge, aunado al machismo, le provocó una lesión en una pierna de la cual no se pudo recuperar y le afecta para caminar. Por ello su paso es muy lento. Sin embargo, su empeño y ganas de salir adelante la llevaron a decidir poner su negocio en las mismas habitacion­es de su hogar. Así surgió su fonda: “Doña Reina”.

“Mandé a hacer tres docenas de sillas y las mesas”, narra mientras con cariño señala la primera mesa que formó parte del mobiliario de su centro de alimentos: “Voy a ponerle la muestra a la gente de cómo se sirve (…) y voy a hacer el tixmole como sé hacerlo”.

Acepta que nunca esperó la respuesta que tuvo de los comensales, quienes hacían fila para ingresar al local. “Estaba aquí lleno, no había lugar, estaba atascado”. Sin empacho, revela que su secreto fue ser prodiga para despachar cada platillo. “Daba dos piezas, bastante caldo y tortillas a llenar. Comían y hasta estaban sudando. Daban ganas de decirles ‘apúrense, váyanse que la gente está formada’, pero estaban bebiendo su pulque, platicando”.

Indica que derivado de su éxito empezó a trabajar con los presidente­s municipale­s, “desde don Eli hasta don Óscar. Hasta el año once (2011) dejé de trabajar con ellos. Todos los presidente­s de aquí me mandaban gente para comer y les mandaba (comida). Tengo una foto donde estoy dando de comer en la presidenci­a, ahí llevaba las ollotas y todo, platos y tortillas”.

Asegura que jamás ha tratado mal a alguno de sus clientes, por el contrario, los hace reír. “Coman y váyanse felices para que

“Enseñé a muchas mujeres (…) no sabían hablar como ahora y yo les enseñé. Las animaba, ‘si su marido se va, muelan nixtamal y vendan tamales, vendan duraznos, para que se ayuden, para que haya dinero’. Hoy todas son comerciant­es”

Cocinera del tixmole

digan comí con Doña Reina”. Se dice sorprendid­a de haber obtenido tanta fama, lo que le hace sentirse satisfecha.

Reconoce que el camino no fue fácil, ya que derivado del vicio de su esposo por la bebida perdieron la casa que estaba a su nombre, pues fue el único modo que tuvieron para saldar las deudas que generó.

“Hablé con los del banco y aceptaron que me quedara hasta que tuviera dónde vivir, pero pagando una renta. Era 70 pesos de renta siendo mía y hasta la fecha pago renta”.

Asimismo, narra que con base en su dedicación y trabajo se construyó su casa propia y les dotó a sus hijos de sus respectivo­s hogares. “Hice maravillas porque así trabajé. A las tres de la mañana ya ando aquí guisando, lavando”.

Sazón muy especial

Dice que al ver que la gente se va satisfecha y saciada su hambre, siente una inmensa alegría: “Siento gusto si la gente se va contenta”. Revela que para tener buena sazón se necesita dedicación. En su caso indica que el pollo lo ponía a cocer y cuando ya estaba cocido lo sacaba del caldo y éste lo ocupaba para hacer el tixmole.

Menciona que antes compraba una carretilla de pollo, que eran 45 pollos, y no le alcanzaba. “Eran dos cerros de pollos, poníamos dos ollas grandotas”. Además, afirma que el tixmole lleva como ingredient­es chile chilpotle, chile huajillo, pimienta, canela, clavo, epazote y una cabeza de ajo.

Añade que también le pone amor y cariño: “¿Qué cuántas cucharadas de cariño debe llevar? Lo que es un salmo. Yo le rezo un salmo a mi olla. El Salmo 23, ‘Señor bendice a mi caldo que salga bueno, que se termine, que a la gente le guste, bendícelo padre mío porque tú eres el que reinas en esta casa”.

Expresa que el tixmole lo conoció en Amatepec, Guerrero, donde se casó: “De chica, de 16 años. La tía de mi marido vendía comida y a ella le gustaba muchos los caldos. Me ponía a picar hojotas de cilantro, ‘pícate un kilo de cebolla, pícate un kilo de limón, y pon las mesas, atiende a la gente’, me decía. La gente venía y pedía un tixmole de pollo, un tixmole

“La tía de mi marido vendía comida y a ella le gustaba muchos los caldos. Me ponía a picar cilantro; ‘pícate un kilo de cebolla, pícate un kilo de limón, y pon las mesas, atiende a la gente’, me decía”

Reina Hernández Huerta

 ?? ANDRÉS LOBATO ?? La vida de doña Reina estuvo marcada por un gran espíritu de entrega, sacrificio­s y mucho trabajo.
ANDRÉS LOBATO La vida de doña Reina estuvo marcada por un gran espíritu de entrega, sacrificio­s y mucho trabajo.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico