Milenio Puebla

Los Honey Rockets

- SUSANA IGLESIAS* * ESCRITORA. AUTORA DE LA NOVELA SEÑORITA VODKA (TUSQUETS)

Atoda velocidad por Las Águilas, paisaje montañoso de la delegación Álvaro Obregón, a bordo de Chicles, el auto de Jasmina Hirschl. Todo puede pasar, podríamos acabar en el Ajusco chichimeca, Sierra de las Cruces o Acapulco Fun. Suena Sheriff Hernández de Cardiel, gran letra, brutal batería, no la conocía, Micky Servín la ha puesto mientras devoramos una lata de cerveza helada que sobrevivió la noche anterior. El auto se detiene, varios intentos, no arranca, estamos al lado de una parada de bus, un señor se acerca a la ventana.

—Muchachos: se les está tirando bien gacho la gasolina.

Bajamos de inmediato, llamadas, mecánico en camino, pudimos incendiarn­os. Jasmina ríe, intuye que todo se arreglará, “sucede todo el tiempo en las giras”. Mujer transgreso­ra, temeraria, punk. Una vez que te mira no puedes dejar de escucharla, traspasa, su honestidad es brutal, no le teme al lenguaje ni a las emociones. Nació en una familia apasionada del arte, músico desde niña, se nota cuando incendia la sala de grabación tocando su poderoso órgano Farfisa, sus padres son pianistas, toca con Los Honey Rockets (2012), una banda de azotea, no de garage, comenzó en las alturas con Jorge Vilchis (voz, guitarra violenta) y Alex Zazá (bajo), después llegó Mauricio Ruíz Palacios (batería) y al final que podría ser el principio: Jasmina, cuyas manos, sensibilid­ad, mente brillante y fuerza, dotaron de un poder frenético e inigualabl­e a Los Honey, nombre que tiene origen en una escena del film Pulp Fiction de Tarantino, el nombre se le ocurrió a Jorge, lo conocí hace mucho en un antro: Bulldog Café. Fue amable, el único hombre respetuoso entre una horda de patanes mirrey-rockers que creyeron que era broma que una muchachita menor de edad en medias de red, vestido de látex y chamarra de picos documentab­a con su pequeña cámara Sony la escena del rock de aquellos años.

Vilchis también es músico desde niño, estudió guitarra clásica, ir a comprar un disco de Los Ramones fue su primer viaje solo en auto, virtuoso de oído privilegia­do, fino arreglista, compositor. Tuve el honor de verlo trabajar, me invitaron a la grabación de órgano y guitarras de un tercer disco en proceso. Mujer Violenta y Ajolote: canciones trastornad­as que retumbaron en festivales nacionales e internacio­nales importante­s como el Marvin o el Freakout de Seattle. Asco en el escenario, giras europeas y americanas, Ruta 66, resaca de champagne, latas aplastadas de Bockbier, glam distorsion­ado, cementerio de vasos, Weizen por todas partes, botellas vacías de vino tinto chileno o francés, pizza, riffs desquiciad­os y siniestros lejos del pop, punk, piscodelia-psicótica tiernament­e violenta, hipnóticos gatos de azoteas nocturnas, dos alemanes de cuidado, años 60, upstairs, serpientes Mojave de carretera rumbo a las Vegas. Ágatha Cristian: mártir del rock, dando siempre el 110%, reminiscen­cias del Ein deutsches Requiem de Brahms, más de 13 horas de entrevista que ya son un documental.

Jasmina ríe, intuye que todo se arreglará; mujer transgreso­ra, temeraria, punk

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