Milenio Puebla

Fiesta en el Barrio de Santiago enorgullec­e a sus habitantes

Tradición. Cada 25 de julio, la fiesta patronal reúne a los residentes de este barrio que en décadas pasadas gozó de espacios deportivos y afición por la tauromaqui­a; ahora conserva una importante herencia de escuelas, mientras que sus negocios resisten e

- RAFAEL GONZÁLEZ

TPUEBLA

odos los 25 de julio, el tranquilo jardín del Barrio de Santiago y las calles que lo circundan se transforma­n en una fiesta popular que atrae a una gran cantidad de personas, en especial, jubilados y adultos mayores.

Ellos habitaron en el suburbio en décadas pasadas y se reencuentr­an para participar en la fiesta patronal del templo de Santiago Apóstol. Este edificio católico es, desde la fundación del sitio, el eje de su actividad.

“Ya mero viene (la fiesta). Antes se llenaban las calles de juegos, de la 15 (Sur), todo para allá, la 17 (Poniente) y todo se llenaba, pero ahora ya no, ya no dan permiso, solo uno que otro jueguito. Lo que sí se llena es de puestos. Pero sí, sí siguen festejando, al inicio de la pandemia no, se suspendier­on los festejos”, señaló Pedro Vázquez Álvarez.

El habitante de este barrio de la ciudad de Puebla, pero originario de San Martín Texmelucan, narró que llegó a la angelópoli­s a los cinco meses de edad y ya suma 75 años de residencia en la zona de Santiago, la cual surgió a la par de la traza original de la capital.

“Las fiestas patronales son símbolos de todos los barrios. Por ejemplo, el de Santiaguit­o siempre es importante y se celebraban en la calle de la 15 Sur cerrándola junto con la 19, porque ponían los juegos mecánicos y eran de mucha alegría”, ilustró Rubén Moreno Medina, quien ha vivido sus 63 años de edad en el mismo sitio.

“La iglesia de Santiago fue famosa por su párroco al que le decían ElChanclas­deOro. Era un cura imponente, muy enojón. A todo el mundo regañaba en las misas y en las procesione­s, porque en Semana Santa salían de aquí, del templo, para el cerro de San Juan”, destacó.

Añadió que el citado padre “tenía una presencia y todo el mundo lo respetaba (...) él mantuvo la vida religiosa en el barrio por muchos años hasta que falleció”. Recordó con gracia que también había otro cura español que “se dormía cuando nos confesaba y no se le entendía cuando hablaba”.

Reiteró que los días de fiesta del santo Santiago Apóstol eran muy

alegres y festivos: había juegos mecánicos, futbol, luchas y muchos puestos: “En diciembre organizaba las posadas el dueño de la tlapalería El Polvo de Oro y todos íbamos por los aguinaldos con don Neri, un señor fortachón, grande. Vestía overol de esos de ferrocarri­lero y era de las pocas tlapalería­s que había en el barrio”, señaló Rubén Moreno.

El barrio de Santiago antes fue llamado “barrio de Santiago de los cholulteca­s”, ya que fue necesario poblarlo con gente de dicha región para su construcci­ón. En 1550, la ciudad de Puebla otorgó cuatro terrenos para iniciar con la edificació­n de un templo bajo la supervisió­n de los padres agustinos, y fueron justamente los cholulteca­s quienes lo realizaron.

Durante su construcci­ón, contaba con un gran atrio y cementerio que custodiaba­n la entrada al templo. Para 1917 fue modificado, el cementerio fue retirado, por lo que el arco atrial se quedó y ahora se le conoce como el Jardín Manuel Meneyro.

De acuerdo con Pedro Vázquez, el barrio “ha cambiado muchísimo, por ejemplo, el jardín no estaba así. Había más prados, entradas, ahí había una pista para patinar de mosaicos. Ha cambiado muchísimo”.

Mientras, Rubén Moreno Medina también expresó que en la 15

Poniente y 19 Sur estuvo la fábrica del Triunfo, donde aún sigue su cascarón: “Acá en el barrio había dos grandes fábricas textileras que tuvieron su presencia, su historia y además porque mucha gente también la habitó. Llegaron para trabajar acá y alquilaron las casas (...) había mucha movilidad de bicicletas porque venían los obreros en sus bicicletas”, expresó.

Asimismo, don Rubén recordó otros lugares especiales del barrio: “Hubo una cantina muy conocida llamada Los Tres Caballeros (...) Sobre la 21 Sur y la 19 Poniente también funcionó una pulquería que siempre se llenaba de compas albañiles”.

Cabe señalar que en la plaza de este barrio se encuentra un arco que en el siglo XVII era la entrada del lado suroeste de la ciudad de Puebla. El mayordomo de las Ánimas era don Miguel de la Cruz Munguía, quien empezó esta obra en el año de 1688 y se acabó en 1689.

“En diciembre organizaba las posadas el dueño de la tlapalería El Polvo de Oro y todos íbamos por los aguinaldos con don Neri, un señor fortachón, grande. Vestía overol de esos de ferrocarri­lero y era de las pocas tlapalería­s que había en el barrio”

Rubén Moreno Medina

Vecino

“Cuando empezaron a hacer La Margarita y todo eso, muchos compañeros que vivían aquí se fueron, yo creo que compraron casa allá y abandonaro­n el barrio, pero cuando es la fiesta de Santiago se vuelven a juntar todos”

Pedro Vázquez Álvarez

Residente

Pasión por la tauromaqui­a y el deporte

En otro punto, don Rubén recordó que en la calle 9 Poniente, entre 17 y 19 Sur, estuvo una monumental plaza de toros. Se trató del Toreo de Puebla, el primer escenario taurino construido con concreto en el país y que fue inaugurado el domingo 29 de noviembre de 1936 con un mano a mano entre los matadores Alberto Balderas y Jesús Solórzano. El 30 de enero de 1974 con un festival taurino donde participar­on Carlos Arruza, Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Calesero, El Voluntario y Chucho Arroyo, cerró sus actividade­s.

“Era increíble entrar a ver la plaza, estaba muy grande y cuando había corridas de toros nos colábamos (...) en días previos a la corrida, don Gonzalito (el encargado) nos daba chance de entrar a ver a los toros desde unas mirillas. Otras veces nos daba permiso de jugar en la plaza”, comentó.

Acotó que cuando había toros, las calles se llenaban de carros y la vendimia le daba colorido al barrio, después la tiraron y ahí construyer­on almacenes Blanco, donde actualment­e funciona otra tienda de autoservic­io.

Pedro Vázquez Álvarez también vivió la pasión de la tauromaqui­a, en especial, durante su infancia: “A veces nos íbamos a colar, varios compañeros nos metíamos entre la gente y ya íbamos a ver los toros”.

No obstante, también citó al extinto parque de béisbol Aquiles Serdán. “A un lado estaba el internado, que ahora es la escuela Hermanos Serdán. Allá íbamos a jugar, en una esquina estaba el campo de futbol y en la otra una pista de tierra roja, ahí íbamos a correr”. Otro detalle que señaló es la seguridad que prevalecía en el barrio: “No había problema de nada. Aquí siempre ha estado tranquilo”.

Don Rubén señaló que en la 25 Poniente y la 15 Sur estuvo el parque de béisbol de la CFE, el cual tenía unas gradas atrás de home. Los domingos el graderío lucía lleno y siempre había tres juegos.

“En lo que es el Parque de las Ninfas llegábamos y nos brincábamo­s la barda y entrabamos a jugar. En esa época eran canchas de tierra, sobre todo en las tardes, cuando ya llegábamos de la escuela, y los fines de semana, los sábados íbamos a jugar”, apuntó.

Sin embargo, Moreno Medina marcó que el paso del tiempo es implacable, muestra de ello es que la plaza de toros desapareci­ó, las fábricas de textiles quebraron y muchos negocios desapareci­eron.

Vocación educativa

Otro de los sitios que ya quedaron en el olvido fue el colegio de jesuitas, el Oriente, que se encontraba sobre la 13 Poniente y la 21 Sur: “Ocupaba toda la manzana, tenía un campo de futbol sobre la 23 Sur y la 13 Poniente, que era un campo más o menos bonito con pasto. Íbamos sobre todo los sábados. Había un padrecito ya de edad que nos dejaba entrar a jugar. Estábamos ahí y ya para las siete, seis de la tarde nos decía: 'ya para afuera' y te regalaba dulces”, evocó don Rubén.

Moreno Medina precisó que dicha área deportiva y escuela jesuita se localizaba en lo que actualment­e es la Universida­d Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep): “También estuvo por ahí el Alpha dos”.

Pedro Vázquez expresó que con la instalació­n de la Upaep, la zona cambió bastante ya que surgieron muchos comercios, “y antes no se veía mucho eso aquí (...) todo ya cambió por completo”. Empero, destacó que aún operan negocios emblemátic­os, “como el famoso Portalito, ya son muchos años de que existe (...) sigue, no han cerrado”.

Asimismo, manifestó su agrado porque a pesar del tiempo se conservan las fachadas y los inmuebles originario­s del barrio, sin embargo, dijo que sí han desapareci­do comercios que durante muchos años prestaron servicio a los vecinos. “(Como) Los baños de Santiago, que estaban en la esquina (19 Poniente y 15 Sur)”.

Don Pedro expuso con nostalgia que al surgir las unidades habitacion­ales del Infonavit el barrio se despobló: “Cuando empezaron a hacer La Margarita y todo eso, muchos compañeros que vivían aquí se fueron, yo creo que compraron casa allá y abandonaro­n el barrio, pero cuando es la fiesta de Santiago se vuelven a juntar todos”.

Por ello, expresó que “quien no conozca los barrios de su ciudad yo creo que también le falta conocer parte de la historia, de lo que representa y de lo que ha sido esta hermosa ciudad de Puebla”, finalizó Moreno Medina.

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MELANIE TORRES El templo de Santiago Apóstol es visitado con fervor cada 25 de julio.
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 ?? MELANIE TORRRES ?? Don Rubén Moreno recuerda el campo de beisbol de la 25 Poniente y 15 Sur, el cual lucía lleno todos los domingos.
MELANIE TORRRES Don Rubén Moreno recuerda el campo de beisbol de la 25 Poniente y 15 Sur, el cual lucía lleno todos los domingos.
 ?? MELANIE TORRRES ?? Don Pedro Vázquez vivió la pasión de la tauromaqui­a, pues con sus amigos visitaba la plaza de toros en el barrio.
MELANIE TORRRES Don Pedro Vázquez vivió la pasión de la tauromaqui­a, pues con sus amigos visitaba la plaza de toros en el barrio.
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MELANIE TORRRES El templo del Barrio de San Antonio se llena de color y algarabía cuando se celebra al santo patrono.

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