Ni libro y medio al año
Hace un par de semanas México batió un récord Guinness que debe en todo su esfuerzo, promoción, despliegue y capacidad de convocatoria a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, consistente en la clase de boxeo más nutrida con 14 mil 299 participantes que aprendieron de los mejores instructores posibles, reunidos en número de cincuenta y con hojas curriculares que los certifican como campeones o ex campeones de ese deporte.
Esta incuestionable marca que representa otra “hazaña” de la patria se suma a la de la torta más grande, el tamal más largo y otra serie de tonterías que los gobernantes suelen organizar para promoverse y cuyo espectáculo solo exhibe ante el mundo el nivel de ellos y de sus fieles, mientras que en renglones de medición a que obliga la afiliación del país, como los de la OCDE, el último lugar es el destino más común: educación, salud, combate a la pobreza, seguridad…
La página electrónica Lectupedia.com ha aportado, en un informe de 2021, otro espeluznante dato en un cuadro comparativo con otros trece países, esta vez en materia de promedio anual de libros leídos por habitante, en el que despuntan en primer lugar Canadá
El último lugar es el destino más común: educación, salud, combate a la pobreza, seguridad…
y Francia con diecisiete títulos per cápita, seguidos por Estados Unidos con una docena y Corea del Sur con once.
Siempre con datos suministrados por centros de investigación o instituciones gubernamentales de las naciones a revisión, en el caso de México fue el Inegi, aparece Portugal con ocho punto cinco tomos, España con siete punto cinco y Estonia con seis, mientras que Chile acumula cinco punto tres volúmenes apenas arriba de Perú, con un sorpresivo promedio de tres punto tres.
La lista continúa con Brasil y su dos punto cinco libros, Venezuela dos, Colombia uno punto nueve y Argentina con apenas uno punto seis. Todos, sin embargo, con un indicador mejor que México, que figura en el sótano con solo uno punto cuatro títulos por persona, que mucho dice de por qué, en cambio, somos los campeones de las tonterías de Guinness.