Milenio Puebla

Convivir con la naturaleza

- JESÚS ZAVALA FOTOS: ANDRÉS LOBATO ANDRÉS LOBATO

Al caer la noche inicia este espectácul­o único, por lo que se pide a los visitantes no encender luces artificial­es.

La preservaci­ón de las luciérnaga­s en México y Puebla es una labor que, además de beneficiar de gran manera a los insectos lampíridos, representa un indicativo del nivel de vida y fortaleza de los bosques; por ello, en el municipio de Santa Rita Tlahuapan, autoridade­s, iniciativa privada y visitantes trabajan de la mano para generar un ambiente idóneo en el cuidado de los protagonis­tas de “la danza del amor”.

Con el Primer Festival de la Luciérnaga en Tlahuapan, los habitantes de Santa Rita y sus autoridade­s buscan detonar la actividad ecoturísti­ca en la zona. Este espectácul­o natural finalizará a mediados de agosto, por lo

El visitante puede recorrer este sitio con un guía y podrá conocer sobre este insecto y el ecosistema, en una experienci­a única.

que en estas semanas los visitantes podrán ser partícipes del encuentro en seis predios privados y cuatro ejidos, los cuales podrán recorrer para presenciar un espectácul­o natural.

Cabe señalar que el clima privilegia­do de la zona centro-oeste de la entidad predomina la humedad en medio de grandes áreas boscosas, lo cual enmarca a Tlahuapan, ya que habitan cuatro especies endémicas de las 84 contabiliz­adas en México, de un total de 164 que se contabiliz­an en el mundo. Las luciérnaga­s, insectos conocidos popularmen­te por tener una luz en la parte trasera de su cuerpo, en realidad tienen órganos lumínicos debajo del abdomen. Su luz surge cuando absorben oxígeno y éste se combina dentro de sus células con una sustancia llamada lucife

rina, lo que genera una reacción.

Una vez que encienden sus luces, los lampíridos comienzan una danza en medio de la oscuridad del bosque de Tlahuapan. Dicha sincroniza­ción de baile y luces se realiza acompañada del sinfónico canto de las golondrina­s y el chillido de murciélago­s locales, quienes son testigos del rito de apareamien­to. Al ser elegidas por su pareja, la reproducci­ón de la especie comienza y entonces la luciérnaga culmina su ciclo endémico, pues nace, crece, se reproduce y muere en territorio poblano.

Sin embargo, dentro de las curiosidad­es de este insecto, Valeri Guerrero Hernández, coordinado­ra de grupo de turistas en el Santuario de las Luciérnaga­s en Tlahuapan, destacó que “en caso de que una vez terminado el en

cuentro amoroso a la hembra no le guste ‘el trabajito’, ella le quitará la cabeza al macho y entonces su cadáver se volverá el primer alimento de las larvas nacientes, cuyos huevecillo­s serán depositado­s al interior del cuerpo del macho”.

Asimismo, apuntó que además de mantener alertas, seguros y felices a todos los visitantes a lo largo del trayecto, se encarga de brindar informació­n sobre la zona, el ecosistema y el avistamien­to que se aprecia en esta región.

Para ser testigos de este frenesí de amor y belleza natural, el visita realiza trayectos de hasta hora y media, sin embargo, el panorama está lleno de bosques frondosos, ríos limpios y, con suerte, se puede apreciar fauna local como venados cola blanca, ardillas, búhos, conejos, serpientes, aves locales y murciélago­s.

Dentro de los detalles a considerar se encuentra el cuidado al entorno natural, pues cualquier mínima afectación podría perjudicar de gran manera a cada una de las especies, en especial, a las luciérnaga­s locales. Al caer la noche, está prohibido usar cualquier tipo de emisor de luz, ya que podría desorienta­r a las luciérnaga­s e impedir su correcto ritual. Las luciérnaga­s no se tocan ni se enfrascan, además de que cualquier basura deberá retirarse para evitar cualquier tipo de contaminac­ión.

Alrededor de las 19 horas, una vez que cae la noche en el bosque, los insectos luminosos comienzan su función. Si las condicione­s climáticas lo permiten, se podrá apreciar uno de los eventos naturales más preciosos en Puebla y el silencio de la naturaleza genera una atmósfera completame­nte con la madre tierra.

El regreso por el bosque debe realizarse con ayuda de los guías experiment­ados de Tlahuapan. Sin luces y solo con ayuda de las estrellas y guardabosq­ues, se puede encontrar el camino de vuelta. Al salir, se pide agradece a la madre tierra y sus distintos elementos por permitirle al ser humano ser parte de estos momentos mágicos.

De esta manera, el visitante podrá ser testigo de la preservaci­ón de esta especie y concientiz­ar sobre este fenómeno único también conocido como “la danza del amor” en Tlahuapan. Cabe señalar que las autoridade­s municipale­s apoyan para que crezca el turismo en la región. El costo para ingresar a este santuario habitado por luciérnaga­s tiene un costo de 250 pesos, el cual puede disfrutars­e en familia, acompañado por deliciosos platillos como la trucha, eventos culturales y artesanías que solo Tlahuapan puede ofrecer.

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