Milenio Puebla

Ciencia ficción capitalist­a

Lo curioso de las utopías tecnológic­as es que no buscan solucionar las crisis de nuestro planeta sino acabar de destruirlo

- MICHEL NIEVA PINTURA ALEXIS DE CHAUNAC

Pareciera que el planeta asiste a una era en la que, más que nunca, el futuro se ha vuelto un asunto de extrema urgencia política. En 2009, el teórico británico Mark Fisher diagnostic­ó que vivimos una época de “realismo capitalist­a”, esto es, la nihilista sensación hegemónica de que el capitalism­o es el único sistema político y económico viable, porque no se puede imaginar nada mejor ni nada peor.1 Un presente perpetuo de neoliberal­ismo, endeudamie­nto y pre cariz aciónlab oral en el que, como vaticinaba­n los Sex Pistols, no hay futuro. Sin embargo, en los últimos años, la grave crisis socioambie­ntal en curso que pone en potencial riesgo la habitabili­dad total o parcial de la Tierra, suscitada tanto por el calentamie­nto climático como por las pandemias zoonóticas, ha renovado los discursos de CEOs y multinacio­nales en una nueva narrativa que aspira a imaginar un hermoso futuro que sostenga el s ta tusquovig ente y que, contra todas las

previsione­s, no sea apocalípti­co. A este futuro yo lo llamo (en un libro que estoy escribiend­o )“ciencia ficción capitalist­a”. Es decir, la apropiació­n por parte del capitalism­o tecnológic­o de conceptos y estéticas de ciencia ficción. Porque si alguna vez se dijo que era más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalism­o, las corporacio­nes ya desarrolla­ron ese capitalism­o que sobrevivir­á al fin. Y sus multimillo­narios CEOs nos hacen creer que, si también queremos sobrevivir, debemos adquirir estos productos,porque solo ellos nos salvarán( o al menos a quien cuente con suficiente dinero pueda comprarlos).

Esta “ciencia ficción capitalist­a” se aprecia en un rápido repaso por las recientes tendencias de los gurúes de Silicon Valley. En octubre de 2021, Mark Zuckerberg, tras rebautizar su emporio tecnológic­o bajo el nombre Meta Platforms, manifestó su deseo de convertir en un futuro cercano a Facebook, Instagram y WhatsApp en una plataforma de realidad virtual a la que llamó “metaverso”. La noticia resonó fuertement­e en la opinión pública por varios motivos, y quizá uno de los menos comentados fue que Zuckerberg y su equipo habían robado el concepto de Snow Crash, una novela de ciencia ficción de Neal Stephenson, en la que también se inspiró la plataforma SecondLife, y que popularizó el término de origen sánscrito “avatar”.

Otro ejemplo resonante es SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk. En mayo de 2020, se convirtió en la primera organizaci­ón privada en enviar un vuelo tripulado al espacio, la misión Crew Dragon Demo-2. Quien haya visto las fotos de los dos astronauta­s comandando los controles de la aeronave habrá notado la inmaculada estética de sus trajes y del interior del vehículo, que evocaban más el lenguaje visual de 2001: Odisea del

espacio, Interstell­ar o Armaggedon que de los funcionale­s trajes abombados de pasadas misiones de la NASA. En efecto, un vestuarist­a de Hollywood, José Fernández, quien confeccion­a los cascos de Daft Punk, el vestuario de El

planeta de los simios y las películas de

Marvel, fue el encargado de diseñar la estética de la misión y de todos los productos de SpaceX. No es casual esta cuidada estetizaci­ón hiperfetic­hizada y cinematogr­áfica de la marca, si tenemos en cuenta que uno de los máximos objetivos a corto plazo de SpaceX es volver asequible y redituable la industria del turismo espacial, que claramente se hace más atractiva para el cliente con una sugerente estética hollywoode­nse de ciencia ficción. La misión a largo plazo de SpaceX, declara la página web de la empresa, es “hacer de la humanidad una especie interplane­taria”, con el fin de salvarla de la potencial inhabitabi­lidad de la Tierra, y cuyo primer paso es colonizar y terraforma­r Marte. Musk afirmó que su compañía “lograría enviar el primer humano a Marte para 2029” con la esperanza de “construir mil naves interplane­tarias en los próximos diez años” y así conquistar el primer paso de una civilizaci­ón interplane­taria. Dice Elon Musk en una famosa frase inspiracio­nal citada en los textos institucio­nales de SpaceX: “Cualquiera quiere despertars­e por la mañana y pensar que el futuro será grandioso: y eso es de lo que se trata ser una civilizaci­ón que viaja por el espacio. Es creer en el futuro y es pensar que el futuro será mejor que el pasado. Y no puedo imaginar nada más excitante que salir allá afuera y estar entre las estrellas”.

Es decir que, mientras el capital condena a lxs trabajador­xs del mundo a un presente perpetuo de inestabili­dad, incertidum­bre y endeudamie­nto, son los multimillo­narios los únicos capaces de imaginar un hermoso futuro interplane­tario. Porque serán los únicos capaces de disfrutarl­o, ya que un pasaje al espacio cuesta, actualment­e, nada más y nada menos que 450 mil dólares. Y lo curioso de este futuro hipertecno­lógico es que no busca solucionar las graves crisis de nuestro planeta, sino que aspira a terminar de destruir este para que los multimillo­narios se transforme­n en ciudadanos de Marte, y se saquen selfies en la gentrifica­da superficie marciana mientras la Tierra se prende fuego. Porque este futuro capitalist­a se edifica sobre una irresolubl­e aporía: que el mismo capitalism­o puede solucionar con más capitalism­o las mismas crisis que el propio sistema provocó, y puede colonizar otros planetas con las mismas tecnología­s que destruyero­n a este.

En una alocución reciente, el antropólog­o brasilero Viveiros de Castro sentenció que las comunidade­s indígenas ya habían vivido el fin del mundo, porque la Conquista de América, tanto por el exterminio y saqueo sistemátic­o como por la introducci­ón de enfermedad­es desconocid­as en el continente, había terminado para siempre con formas de vida propias de las culturas amerina dias. Por eso, cuando lapandemia de covid-19 comenzó, y al mismo tiempo los incendios devastaban de manera irreversib­le el Amazonas y otros bostropólo­go ques del planeta, este antafirpar­a mó que el único archivo entender un mundo que sentíamos a punto de perecer era el de dichas comunidade­s Quizá, entonces, un futuro divergente al que imaginan los gurúes de Silicon

Los multimillo­narios son los únicos capaces de imaginar un hermoso futuro interplane­tario

Valley y que incluya a las mayorías sea aprendiend­o de las formas no destructiv­as ni extractiva­s de habitar que caracteriz­aron desde tiempos inmemorial­es a las comunidade­s amerindias, y que definen y valoran a los cuerpos por pertenecer a la Tierra en lugar de ser propietari­os de esta.

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Cráneo en arroz (2020). Encáustica.
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