Milenio Puebla

La insoportab­le necesidad de tener presos políticos

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Se diría que la política mexicana es un juego que no puede jugarse sin presos políticos: ciudadanos mal acusados de supuestos delitos graves, a los que el gobierno mete a la cárcel por razones políticas, para allanarse el camino, infundir miedo o cumplir venganzas personales.

La politizaci­ón de la justicia es parte del ADN nacional y habla muy mal tanto de nuestra política como de nuestra justicia. No hay sexenio sin preso político, ni antes ni después de la democracia.

Adolfo López Mateos (1958- 1964) tuvo preso por una huelga al líder ferrocarri­lero Demetrio Vallejo. Díaz Ordaz y Echeverría, tuvieron presos a los líderes del movimiento estudianti­l del 68.

López Portillo encarceló a los ex secretario­s, Méndez Docurro y Félix Barra, para mostrar que condenaba la corrupción del gobierno de Echeverría, su antecesor.

De la Madrid encarceló a Jorge Díaz Serrano, ex director de Pemex, para demostrar a su vez que condenaba la corrupción del gobierno de López Portillo.

Carlos Salinas tuvo preso al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia y al banquero, Eduardo Legorreta.

Zedillo tuvo preso a Raúl Salinas, hermano del presidente antecesor. Fox desaforó y estuvo a un paso de meter a la cárcel a López Obrador, para bajarlo de la competenci­a presidenci­al.

Felipe Calderón cargó con una absolución

Fox desaforó y estuvo a un paso de meter a la cárcel a AMLO

de la Corte para la presa Florence Cassez, acusada de homicidio en una confusa pero incuestion­able fabricació­n de delitos.

Enrique Peña encarceló a la dirigente magisteria­l Elba Esther Gordillo, para facilitar su reforma educativa.

López Obrador tiene en la cárcel al ex director de Pemex, Emilio Lozoya, al ex senador panista Jorge Luis Lavalle y, en el exilio, por acusacione­s judiciales, a Ricardo Anaya, aspirante presidenci­al del PAN.

Encarceló también a Rosario Rob les, a quien soltó el mismo día en que detuvo al ex procurador Jesús Murillo Karam, para tratar de zanjar así el caso de Ayotzinapa: con la entrega de un culpable, no con las pruebas de una investigac­ión.

Hay además 83 órdenes de aprehensió­n contra militares, policías y políticos hasta ahora no involucrad­os en el caso, y contra sólo un puñado de delincuent­es.

Cuestión de prioridade­s en la arbitrarie­dad.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico