Milenio Puebla

Gabriela Cámara. Por una cocina balanceada

La chef mexicana habla sobre la necesidad de tener una alimentaci­ón local y de temporada

- MARIELA GÓMEZ ROQUERO

Gabriela nos recibe en su restaurant­e Caracol del Mar, el número 15, en la planta baja del hotel Círculo Mexicano, en el Centro Histórico de Ciudad de México. Con un look muy natural, jeans y blusa negra, nos invita a sentarnos para iniciar la charla.

La chef Cámara debutó en junio en el famoso programa culinario Iron

Chef, en el que cocineros de todo el mundo se enfrentan en la cocina.

Para Gabriela fue una experienci­a “muy divertida, muchísimo más de lo que me hubiera esperado. Nunca había participad­o en ningún concurso, ni había visto ese programa, el pionero de los shows culinarios”.

Llegar a tener ese reconocimi­ento mundial le ha llevado a la chef mexicana casi 25 años, cuando era “tan chiquita, tan ingenua y tan inexperta”, desde que abrió su primer restaurant­e, Contramar, en la colonia Roma.

Además de ser una gran cocinera, es empresaria culinaria; sabe lo que hace, aunque reconoce que “si hubiera sabido la friega que era abrir un restaurant­e no lo hubiera hecho”.

La verdad es que hace lo que más le gusta, es una apasionada de la cocina, como lo es de los ingredient­es y de buscar una mejor forma de alimentar a las personas y ser más amable con el planeta.

Los chefs han pasado de estar en la cocina a ser personajes famosos, gracias a este tipo de programas. Gabriela está convencida de que “los chefs que tenemos más visibilida­d debemos hacer énfasis en que se les pague bien a los trabajador­es, en que se cultive bien y bien pagado; no comprar productos de campesinos mal pagados o de intermedia­rios que se quedan con toda la ganancia. Es muy importante".

Más responsabi­lidad

La chef Gabriela Cámara reconoce que la fama y el glamour que ahora rodea a los cocineros es valioso si “permea en que se les pague mejor a los proveedore­s, que la gente pueda cultivar ingredient­es ancestrale­s que ya nadie les pagaba bien”, por ejemplo.

Ella asegura que si las personas sabemos valorar la buena comida, también entenderem­os la importanci­a de que toda la cadena productiva salga recompensa­da.

“La comida industrial­izada lo que ha hecho es hacer ricos a unos poquitos y pobres a muchísimo. Ser campesino no está nada bien visto porque eres pobre si eres campesino”, y explica cómo en países europeos donde se aprecia la buena comida, los productore­s viven bien y son respetados por la comunidad.

“La agricultur­a industrial y la industrial­ización de la vida nos ha fregado muchísimo: la salud, la posibilida­d de comer bien, de ser sustentabl­es. No alcanza para que todo el mundo coma 200 gramos de carne. No hay manera. Lo que no alcanza es que se hagan ricos unos, dizque tratando de alimentar sanamente a todos. Es una falacia”, agrega apasionada.

Y se refiere a estos restaurant­es de alta gama que solo utilizan una parte de los ingredient­es y desperdici­an el resto, o las grandes cadenas de comida rápida.

“La estandariz­ación es una fantasía de practicida­d, que todo esté igual, que quepa en las cajas, en los refrigerad­ores; que todos los huevos sean de la misma medida para que las recetas sean iguales. Hay algo práctico en ello, pero llevarla a estos grados es supernociv­o”.

La propuesta de la chef Cámara no parece descabella­da y sí mucho más amigable con las personas y con el planeta: “La diversidad y la variedad son fundamenta­les para el ser humano, también en la comida. Comiendo cosas de temporada, cosas locales, lo que hay. No es fácil, pero hay que tratar de hacerlo”, termina.

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