¡Dinero sí hay!
La primera razón de ser del Estado es garantizar la seguridad de los ciudadanos. Esta asignatura, sin embargo, no parecen tenerla muy presente en su agenda los sujetos que llevan la cosa pública en estos pagos y la violencia criminal se ha ido acrecentando imparablemente a lo largo ya de décadas enteras. De ahí, de que los pobladores de una nación puedan vivir tranquilamente y con todas las certezas jurídicas se derivaría, en principio, todo lo demás: el crecimiento económico, el bienestar, la paz social y el progreso.
Justamente, lo que uno esperaría de nuestros gobernantes es que tuvieran una clara visión de las prioridades nacionales para implementar, a partir de ahí, políticas y proyectos realmente beneficiosos. Los habitantes del país, a su vez, deberían definir más puntualmente sus exigencias. Entre otras cosas, sentirse merecedores de derechos reales en vez de contentarse con las migajas del asistencialismo o dejarse engatusar por el canto de sirenas que entonan los demagogos y los populistas.
La política de “abrazos” está totalmente desfasada en tanto que la descomposición social que lleva a la delincuencia no se puede borrar del mapa de un plumazo. La tarea de promover los valores cívicos y de construir una mejor ciudadanía hubiera
Lo que uno esperaría es que tuvieran una clara visión de las prioridades
debido comenzar hace buen tiempo en el ámbito educativo. Por la misma razón, es urgentísima, en estos momentos, la empresa de mejorar sustantivamente la educación de los niños y jóvenes de la nación mexicana. Los resultados no son inmediatos, ni mucho menos, pero podríamos ilusionarnos, desde ya, con que la sociedad de este país será mucho menos violenta al haber interiorizado, en un futuro no demasiado lejano, mayores valores morales y conocimientos.
Ambas tareas, la de instaurar un verdadero Estado de derecho y la de edificar un México ejemplarmente instruido, necesitan de ingentes recursos. El gobierno sí los tiene, a pesar de todos los pesares. Pero, miren ustedes, son devorados por Pemex, por CFE y por proyectos dirigidos a sacralizar la más rancia ideología, no a mejorar en los hechos la vida de las personas.