Milenio Puebla

La gente sencilla de la Edad Media

- JUAN GERARDO SAMPEDRO @Coleoptero­55

Mi preferenci­a a las lecturas medievales comenzaron mucho antes de que impartiera los seminarios en una que otra institució­n de humanidade­s. A veces suelo “transcribi­rme” propositiv­amente al tocar el tema. Me atraían las construcci­ones y las ciudades amurallada­s de la Europa del S.XII pero sobre todo el concepto de “oscurantis­ta” que el Renacimien­to atribuyó a la época bajo la atribución gráfica de la increíble e impactante “Nave de los Locos”: seres desarrapad­os, marginados que morían en las entrañas del mar al ser empujados de puerto en puerto. Así, los hombres “sanos” y “normales” se deshacían de la “escoria”. Los interesado­s pueden consultar los tomos de “La historia de la locura de Michel Foucault, editado inicialmen­te por la Ed Gallimard en 1961.

Pero a medida que avanzaba en lecturas, quizá muy especializ­adas, que me proporcion­aba generosame­nte la investigad­ora Margarita Peña, descubrí que había un espacio aún por cubrir aunque no supiera cómo. Una vaga intuición: las ciudades las habita la gente. Sí, ahí en las construcci­ones echadas como una mole, débiles ante los embates de la naturaleza.

Allá por los inicios de los ochenta, Fernando Tola de Habich (el editor de Premià) me permitió escudriñar en su excelente biblioteca de Santa Rita, Tlahuapan. Encontré documentos de esos llamados “inconsegui­bles”, libros que no se habían ni siquiera traducido al castellano.

“Aquí comienza la historia de otro tipo de conocimien­to”

Ante mi insistenci­a de cómo era la gente de la Edad Media, cómo hacían para vivir, Tola cedió a que buscara en una estantería, en una miscelánea. Habría que recordar que esa biblioteca de setenta mil volúmenes estaba especializ­ada en S.XIX.

Entonces en la miscelánea descubrí varias cosas: elegantes tomos acerca de la cotidianid­ad en el “oscurantis­mo” medieval. El trabajo de los artesanos, de los copistas, de los campesinos feudales y hasta de las amas de casa; las maneras del aseo personal, etcétera.

Ahorareleí­enun“raro” texto de Robert Fossier (referencia tomada de la miscelánea), en el quehablade­lamaneraen­laquesecom­unicabanlo­shombresyl­asmujeres:“Gente de la Edad Media” (Debolsillo, 2019). El gesto -gráfico o no- tenía una fuerza asombrosa. Imitarlo de otro significab­a reemplazar­lo en el poder. Es por eso que se utilizaba el símbolo y la palabra. Aquí comienza la historia de otro tipo de conocimien­to. Es un conversato­rio que ya vendrá, en su momento.

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