Pesimismo más que justificado
Hay varios signos comunes que preocupan en las distintas versiones que ha presentado Gerardo Tata Martino en los juegos en los que ha dirigido a la Selección Mexicana de futbol. El más frecuente de ellos es terrible: la inoperancia ofensiva.
Y no se trata de ninguna frase dominguera. A la Selección Nacional que se prepara para participar en el mundial de Qatar no nada más le hace falta gol, sino imaginación, talento, velocidad, sorpresa y algunas otras cosas más que se vuelven decisivas para marcar diferencias a favor. Todo eso sumado constituye eso que llamo “inoperancia ofensiva”.
Con el equipo titular, con un equipo mezclado entre primeras y segundas opciones, con un equipo totalmente alternativo (como el que presentó anoche ante Paraguay en Atlanta). Todas las formaciones que presenta Martino de un largo trecho a la fecha se muestran casi inofensivas.
El pesimismo que hay en función de lo que puede esperarse de la actuación del representativo mexicano, en la ya inminente Copa del Mundo, está más que justificado.
Otra señal que realmente preocupa es la falta de liderazgo. El equipo carece, en cualquiera de sus versiones, de líderes en cada línea y de un personaje que asuma en la cancha el mando general. Quienes aparecen con el cintillo de capitán no cumplen con esa labor más allá de la foto.
Esta ausencia constituye da forma a un cuadro muy delicado. Hoy no se sabe si veteranos como Andrés Guardado o Héctor Herrera, por citar solo a algunos de los que deberían de asumir este rol, estarán en condiciones de ser considerados como titulares en noviembre y diciembre próximos.
No le gusta a Gerardo Martino que se dé forma a este muro de pesimismo generalizado, pero quizá no se da cuenta que la única forma de derribarlo es con actuaciones que esperancen. Ya no digamos triunfos, sino actuaciones que nos dejen algo distinto y bueno. La de anoche no lo fue.
La Selección Mexicana carece, en cualquiera de sus versiones, de líderes en cada línea