Milenio Puebla

Julieta Venegas.

“No quiero que se me olvide mi vida”

- La cantante, quien estuvo en México para presentar su nueva composició­n “En tu orilla”; compartió a MILENIO su pasión por la literatura, vacacionar con su hija, y la cocina mexicana y las recetas coreanas ADRIANA JIMÉNEZ RIVERA

Julieta Venegas estuvo en México y durante su estancia se dio tiempo para buscar el balance que se ha propuesto llevar entre su vida profesiona­l y la personal; así que además de hablar de “En tu orilla”, el tema que forma parte de su más reciente producción musical, también encontró espacio para visitar a sus padres en Tijuana, e incluso para saborear chiles en nogada y tinga de pollo, dos de sus platillos preferidos, que dijo no puede preparar en Buenos Aires, donde vive, por falta de ingredient­es.

Alegre, emocionada y muy relajada, la cantautora habló de su intención por retomar su profesión, luego de la pausa voluntaria que decidió hacer cuando sintió que la velocidad que llevaba su carrera no era afín al sueño de la pequeña que a los siete años adoptó la música para compartir su sensibilid­ad y nutrir su alma.

Te ha traído un nuevo tema a México, ¿estás retomando la música?

Sí, no tenía contemplad­o hacer un disco antes de la pandemia, estaba haciendo una gira, sola; después empecé lo del teatro (el monólogo que hizo en Argentina); estaba buenísimo, pero se vino la pandemia y empecé a escribir mucho, un poco para refugiarme de lo que estaba sucediendo. Era un rincón para desconecta­rme,

y empecé a escribir y a escribir; me di cuenta de que me estaba encaminand­o para un nuevo disco.

Me junté con Álex Anwandter, el productor del disco, le pregunté si le parecía que tenía suficiente material para un disco. Me dijo: ‘Hay material, pero hay que trabajar’, y a mí me encanta, me gusta mucho que me pongan retos. Fue un proceso muy rápido, grabamos casi todo el disco en marzo del año anterior y esperamos hasta noviembre para grabar las cuerdas, porque siete de las 10 canciones tienen cuerdas. Ahora estoy muy feliz de tenerlo terminado y me gusta presentarl­o así, canción por canción. Me he vuelto muy flexible después de la pandemia; antes era como: ‘Sacamos el disco, nos vamos de gira’. Ahora todo va más tranquilo.

La pandemia nos cambió a todos, ¿no?

Sí, mucho. A mí me volvió mucho más flexible. Ahora estoy en un show y si me falla el micrófono, digo: ‘Bueno, tampoco es el fin del mundo’. Aunque igual nunca fui muy traumada con eso; después de la pandemia, creo que nos tenemos que enfocar en lo importante. Y lo importante nunca van a ser los errores de la gente o un problema técnico. A final de cuentas es la posibilida­d de hacer una gira, de hacer un show; yo lo agradezco un montón. Que mis papás estén vivos y sanos también lo agradezco; estuvieron muy mal en un momento. Por eso ahora digo: ‘Hay que ser felices, hay que hacer música, hay que disfrutar; sí me cambió en muchos sentidos.

¿También cambiaron los sueños, los retos, las prioridade­s?

Antes de la pandemia, tuve una minicrisis; sentí que las cosas se habían puesto muy automática­s, en medio de ese remolino que vivía de disco, gira, disco, gira y que tenía que parar un rato y repensar cómo quería llevar mi carrera; tenía que priorizar mi relación con la música, que es muy profunda, porque es parte de quien soy yo. Por eso no puedo bloquearme de esa parte, que adopté a los siete años, cuando descubrí la música; pero tiene que ser una relación muy cuidada, no solo trabajo.

Ahora estoy muy contenta por la pausa que tomé, tuve tiempo para repensar todo, rearmar el equipo; ahora estoy con Altafonte, la figura disquera soy yo. Digamos que soy la capitana de mi barco, y eso me gusta porque todo es en otro tamaño, es más chico, es lo que estoy dispuesta a dar. No es como que me despido de mi vida (personal) para sacar un disco; ahora puedo estar en mi casa, con mi hija, tengo mis amigos, mis relaciones, es balancear todo en la mezcolanza de cosas que quiero.

En esa perspectiv­a tiene mucho que ver la madurez, ¿no?

Sí, yo priorizo que todo tenga su lugar, no convertir todo en música y tampoco eliminarla; es ir buscando la manera de que todo tenga balance. Tomo vacaciones, fui a Tijuana con mi hija a ver a mi familia, hago cosas que antes no me permitía, porque decía: ‘Es que no tengo tiempo’. Y ahora digo: ‘A nadie le va a pasar nada porque yo me tardé un año más en sacar un disco’. No pasa nada. Lo que construí antes, los años de carrera que hice a todo lo que da, tener un sostén que viene de esos años, me ayudan a tener el equilibrio.

¿Cómo ves la industria musical, la inmediatez de las plataforma­s?

Me encantan las plataforma­s digitales, yo que soy una curiosa de la música, me interesa a dónde va. La posibilida­d de que un artista que hace una canción desde su casa en Buenos Aires sea fenómeno mundial, o que una chava que hace una cosa súper rara, que toca su cuatro y canta, de repente la escuchen en Francia, me parece un fenómeno muy interesant­e.

Además, no hay una regla que dicte cómo escuchar música. Tengo una hija de 12 años que nunca ha escuchado un disco completo; a ella le gusta escuchar música a su manera, en sus espacios, con audífonos, empezó escuchando en Spotify y no le gusta el pop. Veo lo que está pasando con las nuevas generacion­es y el efecto que tiene la inmediatez de los nuevos sistemas por los que llega la música y lo celebro.

¿La inspiració­n y tus sistemas de creación se han modificado?

A mí me gusta hablar de amor, me voy a los alrededore­s del amor, pero las historias sí han cambiado; ahora hablo de las relaciones de otra manera, me inspiran otras cosas. Por ejemplo, la canción que estoy estrenando es una historia que ya terminó y le estás pidiendo a esa persona que te guarde en algún lugar. Es otro tipo de historia, a lo mejor sí es madurez, porque ya sabes que pasa el tiempo y que las personas pasan por tu vida; quizá eso a los 21 años no lo hubiera escrito.

¿Volverá la experienci­a de actuar, como lo hiciste en el monólogo (La enamorada)?

De momento no, ese proyecto se truncó, íbamos a salir de gira, pero llegó la pandemia. Pero me enseñó un montón, quizá algún día vuelva. Lo que me gustó del teatro es que era una especie de cooperativ­a. Me iba al teatro y volvía a mi casa en metro, fue una gran experienci­a hacer teatro para 200 personas.

Ahora que estás retomando la música, ¿hay nervios?

Siempre estoy luchando contra mi propia insegurida­d, porque no sé qué va a pasar, pero también digo: ‘Si no lo disfruto a estas alturas de mi vida, cuándo lo voy a disfrutar’. De aquí a diciembre voy a tener muchas cosas; luego paro, y en enero me voy de vacaciones con mi hija a Madrid, y luego quiero ir a Corea. Es ir buscando acciones que sean estimulant­es y que también tengan que ver con otras cosas. Cuando saqué mi último disco, Algo sucede, y terminé una gira de tres años me sentí muy quemada y me asusté, porque dije: ‘No puedo perder esto, no puedo convertirl­o en un trabajo cien por ciento, tiene que ser algo que siga disfrutand­o’. Ya no tengo ganas de comerme el mundo, tengo ganas de disfrutar, de seguir conquistan­do gente con mi música, pero también quiero que no se me olvide mi vida.

¿Qué otras pasiones tienes?

La literatura, soy una lectora voraz, leo muchísimo y siempre encuentro muchos mundos; pienso que me convertí en compositor­a porque me enamoré de la literatura. Me gusta el cine y el teatro. Y la comida, me gusta cocinar. Me he vuelto más cocinera después de la pandemia. Extraño mucho los sabores mexicanos en Argentina, porque allá no hay mucha materia prima. También estoy disfrutand­o de la comida coreana, que tiene lo picante y lo ácido de la mexicana; estoy aprendiend­o a cocinarla. Invito a mis amigas y les hago comida coreana y, cuando consigo ingredient­es, hago mexicana. Me gusta el encuentro con la gente que propicia la cocina.

El amor sigue siendo su inspiració­n, pero ahora lo aborda de otra forma

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ESPECIAL Estuvo en México para presentar su tema “En tu orilla”.

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