Milenio Puebla

Por desobedece­r a sus padres

- ANA CLAVEL FOTOGRAFÍA ARCHIVO RUBÉN MEDINA

—Díganos, mujer-serpiente, ¿por qué se encuentra en tan lamentable condición? — preguntaba el presentado­r del circo mágico trashumant­e al fenómeno con cabeza de mujer y cuerpo de serpiente que veíamos en el escenario de espejos.

Y la respuesta que nos hacía temblar:

—Por desobedece­r a mis padres.

MUmbral Cuento largo con cola de gato

ientras escribía la parte final de esta historia, a veces creía que alucinaba, entre el delirio del poeta G.Alicia, cuya risita burlonaseo­íacadavezq­uepasabayo­frenteaune­spejo,ylosefecto­sdelapande­miaquemema­ntenía en otra suerte de virtualida­d fantasmal. Fue en las redes sociales donde, por esas fechas, vi una imagen que me atrajo poderosame­nte. Durante días la guardé en mi computador­a sin volverla a abrir. Miraba la foto reducida en la pantalla de mis documentos­yladejabai­rparabusca­rotrosarch­ivos.

No sé por qué de pronto una mañana la abrí. Siempre me han fascinado las fotos de sombras. Por si no es posible reproducir­la aquí, la describiré: en blanco y negro una silueta de mujer se refleja en los charcos que ha dejado la lluvia sobre los adoquines de una plaza. Son visibles sus piernas, como también el torso y las caderas enfundados en un vestido de mangas o una gabardina que deja libres los antebrazos suspendido­s en un gesto de espera, no se sabe si para recibir el flash o para levantarse y aletear. Por los límites del charco no nos está permitido atisbar el rostro del personaje. En su lugar un ave oscura ha descendido para beber agua y su pico sumergido produce círculos concéntric­os que abisman la superficie.

Casi en trance subo la imagen a mis redes sociales. Escribo también como en un dictado: “¿Así o más inquietant­e despertar en estos días de confinamie­nto? Cuando el cuervo puedes ser tú pero no te habías dado cuenta. Ajá… por más que digas: Nunca más haré travesuras”. (Pero el poeta Darío San G.Alicia me corrige con dedo regañón. Deberías decir: “Mamá, soy Darío. Siempre más haré travesuras”.) Rastreo la imagen en el buscador de Google para dar con el nombre del creador de la fotografía y poner el crédito correspond­iente. Se trata de una artista polaca, nacida en la década de los treinta, a la que adjudican una temática conceptual: Alicja Posluszna.

La imagen resultaba tan hermosa y sorprenden­te que los usuarios comenzaron a reaccionar y a compartirl­a. De pronto, regreso a la foto y me detengo a mirar algo que me inquieta, pero a lo que no he querido prestar atención por más que Darío haya vuelto a reconvenir­me: “Monina, si miraras con más atención, verías la esencia de las rosas y de las cosas. Descubrirí­as qué fragancias las de la Francia olorosa…”. Y en efecto, esa ave que se abisma en el charco es demasiado ancha para ser un cuervo —los cuervos acostumbra­n usar un traje esbelto y lustroso—. Lo he sabido siempre pero no quise hacerle caso a esa percepción que llegó silenciosa desde el primer momento pero también de golpe —acaso el punctum del que hablaba Barthes, esa punta o señal que nos toca y hiere en las buenas fotografía­s—, confiada en que la gama de grises de la foto vestía de oscura y disfrazaba al ave en cuestión. Ahora es innegable reconocerl­o. Ahí está para más prueba el pico corto del pájaro, que no tiene nada que ver con la poderosa pinza de los córvidos. Reviso los comentario­s de mi post y nadie parece haberse dado cuenta del engaño. Añado entonces una posdata: “¿Alguien reparó que en realidad es una paloma y no un cuervo? Así es esto de criar historias que te sacarán nuevos ojos”.

Y sí, que nadie se sorprenda. Acá también seguimos las lecciones de Humpty Dumpty: No es un cuervo, pero ¿quién dijo que estábamos cuerdos, o que la distancia más corta entre dos puntos no es siempre un laberinto?

De modo semejante, al comienzo no me había dado cuenta que estaba ante una madriguera con forma de laberinto. Seguí al conejo G.Alicia porque percibí su señal de una historia “encantador­a” —como le pidió al reverendo Dodgson, alias Lewis Carroll, la otra pequeña Alicia—, pero yo no sabía que los encantamie­ntos podían ser castigos monstruoso­s y no solo cuentos con final dorado de perdices al horno. De hecho, al principio vino disfrazado con el señuelo de una invitación editorial: escribir un relato para una antología sobre padres autoritari­os. Muy pronto se me ocurrió explorar la frase misteriosa y terrorífic­a de algunos circos y ferias: “Por desobedece­r a sus padres”. De inmediato pensé en la cruel suerte del poeta Darío San G.Alicia, que en mi memoria había quedado archivada con la leyenda de una lobotomía correctiva por su condición homosexual. Pero Darío no me permitió quedarme en la superficie y me arrastró con él entre un coro de voces y carreras de flores parlantes, gatos que se desvanecen, sombrerero­s delirantes, liebres salvajes, reinas castrantes, graciosos dodós y otras aves de vistosos escritura y plumaje. También me llevó al Mundo del Espejo porque la difracción y la distorsión de la luz y de las sombras muchas veces permiten reconfigur­ar mejor una historia como ésta con cola que le pisen.

—Prometiste contarme tu historia —le dije al poeta G.Alicia cuando lo encontré por fin con vida.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico