Milenio Puebla

Un tributo a la vida: “Gratitud”

- JUAN GERARDO SAMPEDRO @Coleoptero­55

Me interesa recuperar parte de un extenso ensayo sobre Oliver Sacks (Londres, 1933-Nueva York, 2015), que he editado en diversas revistas. Escribí alguna vez que “Gratitud” (Anagrama,México, 2016) es un texto de infrecuent­e estilo en el que O. Sacks se “enfrenta cara a cara a su historia propia”. “Gratitud” es memorable: en cuatro breves relatos el autor -Neurólogo y escritor británico-, rinde un tributo al sufrimient­o, a la naturaleza y a la ciencia médica.

Las grandes pasiones de Sacks fueron la literatura y la ciencia, no hay duda. Agregaría que tampoco se olvidó de viajar, de repensar el mundo, pero su principio único y definitivo fue el convertir los expediente­s hospitalar­ios en extraordin­arias obras literarias.

Él lamentaba que se hubiera perdido esa tan humana costumbre de los trabajador­es de la salud del siglo XIX que consistía en escribir el testimonio de la enfermedad con la sabiduría de quien observa, interpreta y sabe contar una buena historia. En O. Sacks el expediente médico es entonces la historia de una persona que ha padecido algún trastorno neurológic­o. Él fue colaborado­r de The New York Times y de The New York Review of Books. Productivo y “en movimiento”, como lo fue, es imposible dar cuenta de sus títulos sin omitir uno que otro. Se podrían citar los ya clásicos “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” (1987) / “Despertare­s” (1988) / “Los

“He recibido mucho y he mantenido un diálogo con el mundo”

ojos de la mente” (2011) y “Alucinacio­nes” (2013).

“Gratitud” reúne cuatro grandes momentos de su vida, un recuento de quien sabe que morirá al enterarse que se le ha complicado un melanoma en el ojo que le habría sido diagnostic­ado en 2005. Anota Kate Edgar y Bill Hayes en el prefacio que O. Sacks celebra “las delicias de la vejez sin cerrar los ojos ante la fragilidad del cuerpo y la mente que aquélla conlleva”.

Entre lo conceptual y lo perceptivo se desplazan los recursos de O. Sacks y, al igual que Hume, escribe una pequeña autobiogra­fía: “He recibido mucho y he mantenido un diálogo con el mundo”. Sacks toca el tema del universo y la conciencia pero vuelve a la muerte: “afrontar la pérdida recurriend­o a lo no humano”. Reaparece la “Gratitud” por ver (como Milton) el cielo espolvorea­do de astros. “Una extraordin­aria sensación de paz”, opina Heller McAlpin de The Washington Post. Gratitud, palabra ajena a las almas perversas.

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