Milenio Puebla

Sanna Marin baila

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

En medio de tantas noticias catastrófi­cas, en todas partes, apareció en los medios, a fines de agosto, un video de la jefa de Gobierno Sanna Marin bailando, el cual provocó un escándalo en Finlandia. No era algo inédito. En 2019, la víspera de su ingreso al Congreso, apareció un video de Alexandria Ocasio-Cortez bailando también, divulgado como una forma de condena por una cuenta de Twitter. ¿Por qué molesta tanto, a tanta gente, ver a una mujer (política, joven) bailando?

En diciembre de 2019, Sanna Marin, secretaria de Transporte­s y Comunicaci­ones, fue electa primera ministra de Finlandia. Tenía 34 años de edad. Era la jefa de Gobierno más joven en la historia de su país. Había sido ya, a los 29 años, diputada al Parlamento y vicepresid­enta del Partido Socialdemó­crata. En una entrevista de radio en su país, en 2021, dijo que quería “sacudir” la función del primer ministro: “Represento una generación más joven, y trato de vivir de acuerdo con mi edad”. La derecha le reprochaba su presencia en las redes sociales, sus lazos con las celebridad­es, las fiestas que organizaba en Kesäranta, la residencia oficial del primer ministro de Finlandia. “A veces siento que mi propia existencia es una provocació­n para algunos”, dijo entonces Sanna Marin. Un año después, este agosto, apareció un video que la muestra bailando y posando con sus amigos, en una fiesta privada.

Algunos en Finlandia sugirieron que Marin había causado un riesgo para la seguridad de su país, al consumir alcohol, y pidieron una investigac­ión a la policía. El líder del partido de oposición la presionó para que se hiciera una prueba de drogas, que ella aceptó (el resultado fue negativo). Ella misma apareció ante los medios, herida. ¿Por qué provocó esa reacción? Las mujeres, cuando son jóvenes, no caben en el molde del típico político, por lo que aparecen vulnerable­s frente al público si no proyectan una imagen de sobriedad: chocan con las expectacio­nes de la sociedad. En su caso, sin embargo, había algo más. “Se viste sexi y se mueve sexi”, señaló Eeva Luhtakalli­o, profesora de Sociología de la Universida­d de Helsinski, citada por el New York Times, “y baila muy bien”. Ese fue el problema. Muchos líderes han sido ridiculiza­dos por su forma de bailar (el reportaje del New York Times cita a George W. Bush, Theresa May, Donald Trump), pero no por eso han provocado escándalos. Todos bailaban muy mal. Sanna Marin, en cambio, es una mujer joven y guapa que baila muy bien —en una fiesta que había sido, en sus palabras, “bastante salvaje”. El video la muestra valiente, feliz, segura de sí misma. No parece buscar la aprobación de nadie, algo imperdonab­le en un político.

En Finlandia, las mujeres han subido videos de ellas mismas bailando, con el hashtag #Solidarida­dConSanna. Hillary Clinton publicó una foto en la que aparece bailando en Cartagena (era entonces secretaria de Estado) con la nota Sigue bailando. Sanna Marin dirigió a su país en medio de la pandemia y unió a la nación frente a la agresión de Putin en Ucrania (“Rusia no es el vecino que pensábamos que era”, dijo para explicar la decisión de su país de ingresar a la OTAN). El video muestra que, a pesar de todo, ella disfruta aún con plenitud la vida.

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