La oposición
No se debe lucrar con la inseguridad. Es miserable que alguien intente sacar raja política de un fenómeno que a diario cobra la vida de muchas personas, fragmenta familias y deja una huella dolorosa, sea un robo, extorsión, secuestro u homicidio.
Cuando se pierde la tranquilidad, se pierde todo. Las afirmaciones del presidente López Obrador sobre los hechos que ocurrieron en Orizaba, Veracruz, agudizan el fenómeno pues se minimizan estos actos de violencia, temor, incertidumbre e indignación.
A pesar de que se señalan a delincuentes que atacan estados como Jalisco, Guanajuato y Tamaulipas, así como ciudades como Mexicali, Tecate, Tijuana y ahora Orizaba, el primer mandatario asegura que se trata de “simple propaganda” por parte de sus adversarios.
En esta bolsa de “adversarios” pone en el mismo nivel a las bandas criminales y a “la oposición”, pero lo grave es que “la oposición” es una palabra corta en extensión, pero amplia en significado.
Pueden ser los partidos políticos contrarios a Morena.
Pueden ser esa “clase media-aspiracionista” que no está de acuerdo con su modelo asistencial ni conformista.
Puede ser el sector empresarial con el que se ha confrontado en muchas ocasiones.
Pueden ser las Iglesias que han pedido una y otra vez que cambie su estrategia de abrazos no balazos.
Pueden ser los padres de familia que
“Pone en el mismo nivel a bandas criminales y a 'la oposición'”
piden tratamientos y medicamentos para sus hijos con cáncer.
Pueden ser aquellas familias que perdieron un familiar por el covid-19 ante el mal manejo de la pandemia.
Puede ser aquel periodismo que contrasta, que cuestiona, documenta, pone en evidencia y aterriza una realidad diferente a la que plantea López Obrador en todas las mañaneras. Pueden ser las universidades que comprueban la mitomanía de los gobiernos de la 4T.
Lo que él llama conservadores, neoliberales, fifís, “fuchi, guácala”. Todoesoymáspuedeser“laoposición”ycompararlaconlos criminalesesmeterlosenlamismabolsa.
Preocupa que el mandatario esté convencido de que actos como los que ocurrieron en Orizaba no es culpa de su mala estrategia, si no somos los mexicanos que NO pensamos como él y que provocamos esta violencia para hacerle “la maldad” de una mala propaganda.