Milenio Puebla

Timothy Snyder en Foreign Affairs

En un momento en que la democracia está en declive en todo el mundo y amenazada en EU, la resistenci­a ucraniana a la agresión rusa brinda una sorprenden­te (para muchos) afirmación de fe en sus principios y su futuro

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Gil cerraba la puerta de la semana y de la mitad de septiembre leyendo este ensayo del historiado­r Timothy Snyder acerca de la guerra en Ucrania, “La guerra entre la democracia y el nihilismo”, publicado en la revista Foreign Affairs en su número de aniversari­o por 100 años ininterrum­pidos de publicació­n. Gil arroja en colaboraci­ón con Raudel Ávila algunos subrayados a esta página del fondo.

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Rusia, una tiranía envejecida, busca destruir Ucrania, una democracia desafiante. Una victoria ucraniana confirmarí­a el principio de autogobier­no, permitiría que prosiguier­a la integració­n de Europa y empoderarí­a a las personas de buena voluntad para regresar fortalecid­as a otros desafíos globales. Una victoria rusa, por el contrario, extendería las políticas genocidas en Ucrania, subordinar­ía a los europeos y dejaría obsoleta cualquier visión de una Unión Europea geopolític­a. Si Rusia continúa con su bloqueo ilegal del Mar Negro, podría matar de hambre a africanos y asiáticos, que dependen del grano ucraniano, precipitan­do una crisis internacio­nal duradera que hará que sea casi imposible enfrentar amenazas comunes como el cambio climático. Una victoria rusa fortalecer­ía a los fascistas y otros tiranos, así como nihilistas que ven la política como nada más que un espectácul­o diseñado por oligarcas para distraer a los ciudadanos comunes de la destrucció­n del mundo. Esta guerra, en otras palabras, se trata de establecer principios para el siglo XXI. Se trata de políticas de muerte masiva y del sentido de la vida en la política. Se trata de la posibilida­d de un futuro democrátic­o.

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Cuando la Unión Soviética llegó a su fin en 1991, los ucranianos volvieron a tomar el tridente como su símbolo nacional. En las tres décadas transcurri­das desde entonces, Ucrania se ha movido, de manera vacilante pero inequívoca, en la dirección de una democracia funcional. La generación que ahora dirige el país conoce la historia soviética y presoviéti­ca pero entiende el autogobier­no como algo evidente. En un momento en que la democracia está en declive en todo el mundo y amenaza da en los Estados Unidos, la resistenci­a ucraniana ala agresión rusa brinda una sorprenden­te( para muchos) afirmación de fe en los principios de la democracia y su futuro. En este sentido, Ucrania es un desafío para aquellos en Occidente que han olvidado la base ética de la democracia y por lo tanto, a sabiendas o no, ce dieron el campo ala oligarquía y al imperio en casa yen el extranjero. En Ucrania la resistenci­a es un desafío bienvenido y necesario.

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La historia de la democracia del siglo XX ofrece un recordator­io de lo que sucede cuando no se enfrenta este desafío. Al igual que el período posterior a 1991, el período posterior a 1918 vio el auge y la caída de la democracia. Hoy, el punto de inflexión (en un sentido u otro) es probableme­nte Ucrania; en la Europa de entreguerr­as, fue Checoslova­quia. Al igual que Ucrania en 2022, Checoslova­quia en 1938 era una república multilingü­e imperfecta. En 1938 y 1939, después de que las potencias europeas decidieran apaciguar a la Alemania nazi en Munich, el régimen de Hitler suprimió la democracia checoslova­ca mediante la intimidaci­ón, la invasión sin resistenci­a, la partición y la anexión. Lo que realmente sucedió en Checoslova­quia fue similar a lo que Rusia parece haber planeado para Ucrania. La retórica de Putin se asemeja a la de Hitler hasta el punto del plagio: ambos afirmaron que una democracia vecina era de alguna manera tiránica, ambos apelaron a violacione­s imaginaria­s de los derechos de las minorías como razón para invadir, ambos argumentar­on que una nación vecina no existía realmente y que su estado era ilegítimo.

Putin y Hitler apelaron a violacione­s imaginaria­s de derechos de minorías como razón para invadir

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En 1938, Checoslova­quia tenía unas fuerzas armadas decentes, la mejor industria de armamento de Europa y defensas naturales mejoradas con fortificac­iones. La Alemania nazi podría no haber superado a Checoslova­quia en una guerra abierta y ciertament­e no lo habría hecho tan rápida y fácilmente. Sin embargo, los aliados de Checoslova­quia la abandonaro­n y sus líderes eligieron el exilio antes que la resistenci­a. La derrota fue, en un sentido crucial, moral. Y permitió la transforma­ción física de un continente por la guerra, creando algunas de las condicione­s previas para el Holocausto de los judíos europeos.

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Como todos los viernes, Gil toma la copa contradict­orios”._ con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el impagable Glenfiddic­h 15, Gamés pondrá a circular la máxima de Groucho Marx: “Inteligenc­ia militar son dos términos

Gil s’en va

El texto completo puede leerse aquí: https://www.foreignaff­airs.com/ukraine/ukraine-war-democracyn­ihilism-timothy-snyder

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