Morena y PRI salen del clóset
Olga Romero y Néstor Camarillo, los dirigentes estatales del PRI y Morena, respectivamente, solo actúan en congruencia para cumplir con las instrucciones, al hacerse el guiño para un pacto electoral.
Empero, tampoco es nada nuevo que ambos partidos del llamado PRIMor mantengan una alianza local en las asambleas legislativas como el Congreso local, y ésta trascienda a otros ámbitos.
Morena y PRI salen del clóset y admiten que sus “coincidencias” van más allá de la agenda legislativa para establecer una alianza electoral; como si Morena lo necesitara.
El PRI es genéticamente el hermano gemelo de Morena, pues este partido no solo se ha nutrido de priistas en municipios y estados. Son lo mismo, pero hoy el priismo es más barato.
Para nadie es un secreto que en Puebla el PRI operó en 2018 y en las extraordinarias de 2019 a favor de Morena. Pero no solo eso, el gobierno de transición en el estado fue de priistas puestos por el gobierno federal de la 4T.
Los principales operadores de Morena en el estado han sido priistas y ellos le han ayudado en su arribo al poder. En el Congreso local, por ejemplo, la bancada del PRI y su coordinador han sido el partido de la comparsa para evitar cualquier obstáculo a las iniciativas legislativas del Poder Ejecutivo.
Acicateados por la coyuntura política de las reformas constitucionales para militarizar la Guardia Nacional y seguir con la agenda para consumar la reforma electoral, los partidos locales PRI y Morena optaron por hacer público un amasiato que mantenían en lo oscurito.
No se les debería condenar por eso a las dirigencias priistas y morenistas en el estado; estaban ocultando su estrecha relación política y ahora a la luz pública lo más que se les puede criticar es la simulación.
Pero el PRI pierde con los priistas que han optado por permanecer con la franquicia, al secuestrarlo y venderlo al mejor postor, cuando lo correcto sería desafiliarse e incorporarse a Morena.
En la medida de que en este país el sistema de partidos políticos es una empresa, tener una franquicia como el PRI es un jugoso negocio y lo que más puede verse es un PRI como partido satélite, orbitando como el PT, PVEM o PES.
El Revolucionario Institucional, en manos de Alejandro Alito Moreno, no podía tener el peor final; es el enterrador del otrora partido gobernante que terminó como meretriz.