Lilia Cedillo: rectora para los estudiantes
Al cumplir el primer año frente a la Rectoría de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez ha reivindicado la esencia de la institución educativa: “El corazón de la Universidad es la comunidad estudiantil”.
Como ella misma lo comentó en sus redes sociales, sus 40 años en la máxima casa de estudios le han permitido hacer amigos entre los integrantes de la comunidad universitaria, lo que habla muy de ella.
Cedillo, como muchos académicos y académicas de la Universidad, han entregado su vida a esa institución de educación superior, y una de las mejores satisfacciones es pasar por sus aulas como estudiantes, participar en la docencia e investigación, y tener el privilegio de ocupar la Rectoría.
Lilia Cedillo Ramírez es la mejor imagen de la autoridad universitaria, una rectora cercana a la gente, no solo por la atención prioritaria a los estudiantes en sus políticas de conducción, sino por su vinculación permanente con la academia.
La actual rectora me recuerda al ingeniero Luis Rivera Terrazas, un científico que nunca se alejó de sus alumnos en las tareas de investigación, similar a lo que ocurre con Lilia Cedillo, lo que se refleja en la atención al sector mayoritario de la comunidad.
“Nos impulsa a respaldarles y así puedan concluir sus estudios. Detrás de cada acción que hemos realizado está la historia de las personas que la han inspirado”, publicó en su cuenta oficial en redes sociales al referirse a los estudiantes, a unas horas de rendir su primer informe.
El trabajo en su gestión se basa en una nueva cultura universitaria que tiene el objetivo de lograr una verdadera gestión incluyente y basada en la comunidad, ha destacado ella misma.
La estrategia de comunicación interna y con la sociedad poblana hablan por si sola, y justo, en el centro están los universitarios, académicos y empleados administrativos y auxiliares.
Cedillo Ramírez hace historia en la Universidad no solo por tratarse de la primera académica que ocupa la Rectoría de una de las principales universidades públicas del país, sino que le regresa la imagen académica.
De buena manera rompió con el ciclo del culto a la personalidad del rector, pues el cargo se había convertido en un “puesto político” y no académico como lo es hoy, con una respetable rectora con trayectoria en las aulas, reconocimiento en la academia y entre la comunidad científica.