Milenio Puebla

¡Viva Assange!

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Si nuestro Presidente le hubiera extendido la mano, otra cosa hubiera sucedido. El palmista, quirólogo o lector de mano, se hubiera dado cuenta de inmediato. Hubiera seguido con la suavidad de su yema índice la línea de la cabeza y la de la vida de nuestro mandatario —ambas más hondas y oscuras por la edad— y hubiera notado esa falla, ese pequeño valle, ese hueco. Le hubiera dado la vuelta a la mano para medirle visualment­e las proporcion­es del dorso, la longitud de cada dedo y pesar mentalment­e el volumen, después de lo cual hubiera regresado a la palma para detenerse de manera inevitable en esa precisa falla. Aquí dice que no —le hubiera dicho—, no le haga tanto homenaje a Julian Assange. No se le ocurra decir que bajaría la Estatua de la Libertad por él, no lo use para desviar la atención de los reclamos de Estados Unidos por el tema energético, no le regale las Llaves de la Ciudad y mucho menos invite a los papás para hablar de él en el aniversari­o de la patria. Y es que cuando le toque a usted el hackeo, las loas se le van a hacer polvo entre los dedos. Piense que ese Assange puede ser cualquiera, es más, puede ser Carlos Loret y usted no sabrá qué canción poner.

Curiosa historia la del hackeo en el ciberespac­io, el cual nace con el Internet mismo. Una palabra simple y corta que se refería a las bromas que se hacían entre sí los programado­res del MIT en la década de los 60. Hack. Todo lo cual derivó en la Cultura del Hacker y los mismísimos hackers, que después poco a poco se desvirtuar­ían. Una nueva cultura, un nuevo mundo medido con nuevas coordenada­s en cuatro planos. Más allá de lo tecnológic­o, un nuevo mundo en lo político y social. El mundo del código abierto, donde todo se comparte. El experiment­o anárquico más grande de la historia. Anarquía entretenid­a. Comunidad y libertad. Hackers, los héroes de la revolución computacio­nal, es el libro icónico de Simón Levy que cuenta la romántica historia de lo que pudo ser y no es. El libro se editó en 1984 —imposible encontrar una mejor fecha para hacerlo— y es un clásico.

Todo lo cual tiene que ver con el impresiona­nte hackeo de seis terabytes de informació­n clasificad­a que el colectivo Guacamaya hiciera de la Sedena. Después de la reacción de nuestro Presidente aceptando todo lo que se dice en los documentos sobre su salud, el colectivo, que ya había atentado contra otros países como Colombia, El Salvador, Chile y Perú, dijo que lo de la salud no es lo más relevante y que esperemos a que se publique todo. Habrá que ver si es así, por lo pronto lo que preocupa es que la Sedena, institució­n en donde tanto de la vida de México se ha depositado, sea tan frágil en temas tan sensibles. Lo cierto es que sumadas a las revelacion­es de Guacamaya llegará el libro de El Rey del Cash que promete ser un escándalo. También habrá que verlo, ya que el Presidente ha aceptado en múltiples ocasiones que él no tiene ni tarjetas ni chequera, con lo cual, lo del “cash”, ya todos lo sabían.

Romántica idea del mundo en donde todo se comparte. Saberlo todo. No esconder nada. El problema es cuando lo que se devela es lo propio. Qué fácil es ser libre con la historia de los demás. Qué fácil es compartir lo de los otros. Qué fácil es la libertad de los que nada nos cuestionan. ¡Viva Assange!

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