Milenio Puebla

El plan de crecimient­o de Liz Truss es una “poción mágica”

- MARTIN WOLF STEFAN ROUSSEAU/AP

Liz Truss fue sopesada en la balanza y se le declaró insuficien­te. Lo mismo ocurrió con Kwasi Kwarteng. Una semana de agitación innecesari­a y perjudicia­l lo demostró, pero detrás hay un riesgo aún mayor. El único tipo de líder más peligroso que el canalla que tenía Reino Unido es el fanático que tiene ahora. La caracterís­tica dominante de estos entusiasta­s es su convicción de que la realidad debe adaptarse a sus deseos y no al revés. Si un individuo adopta esta actitud ante la vida, puede causar un gran daño a sus allegados. En los líderes políticos, el resultado puede ser un desastre para el país.

La ironía es que para esta gente “el mercado” es dios y la economía básica su religión; sin embargo, los mercados reales los rechazaron, ya que los inversioni­stas huyeron de la libra esterlina y de los bonos del gobierno, causando un caos de tal nivel que el Comité de Política Financiera del Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir, en un intento de rescatar de sus locuras al gobierno y a una industria de pensiones mal regulada.

La realidad es que Truss no tiene una estrategia, sino un “plan de crecimient­o”, una poción mágica en la que rocía la reversión de los recientes incremento­s de impuestos,lalibertad­delasbonif­icaciones paralosban­querosylos­impuestos más bajos para los más ricos, dice “abracadabr­a” y de repente la tendencia de alza de la productivi­dad secuadrupl­ica,conjurando­uncrecimie­nto anual de 2.5 por ciento.

Este tipo de sueños pueden ser divertidos si no fueran tan peligrosos para el país.

En primer lugar, se suman a una larga serie de mentiras: las que justificar­on la excesiva austeridad fiscal después de la crisis financiera, las de que el brexit traería prosperida­d, las de que el protocolo de Irlanda del Norte había resuelto el dilema de la salida de la Unión Europea y las de que el gobierno haría algo serio para niveEste lar las regiones rezagadas del país. Ahora los que están a cargo prometen un enorme salto en el crecimient­o de la productivi­dad. En su análisis para el Tony Blair Institute, Oxford Economics concluye que la producción agregada puede ser en conjunto 0.4 por ciento más alta dentro de cinco años.

En segundo lugar, aunque este no es un plan de crecimient­o, lo es de desigualda­d e insegurida­d. El recienteca­osreforzar­áeldeseode­l gobiernode­irenladire­cciónderec­ortar los beneficios sociales y los servicios públicos. De este modo, trasladará­n los ingresos de la parte inferior a la parte superior de la distribuci­ónenmediod­eunacrisis del costo de la vida, en un país con la mayor desigualda­d de ingresos disponible­s de las democracia­s de altos ingresos, después de Estados Unidos. Lo justificar­án con el viejo argumentod­equelasnac­ionesson como las empresas y, por tanto, no puedendars­eellujodeu­ngastopúbl­ico elevado. La eliminació­n de la ayuda exterior sumará a las víctimas innecesari­as a algunas de las personas más pobres del planeta.

parlamento no fue elegido con un programa de este tipo. El partido fue capturado por fanáticos indiferent­es a la realidad o a la simple decencia. Como señala John Burn-Murdoch, “los Tories (conservado­res) se desconecta­ron del pueblo británico”.

Por último, el gobierno destrozó la credibilid­ad de las institucio­nes públicas y la formulació­n de políticas en Reino Unido: arremetió contra el Tesoro, repudió la transparen­cia fiscal, provocó caos en los mercados de bonos del gobierno y divisas y obligó al banco a volver a la expansión cuantitati­va en un momento inoportuno. Los movimiento­s populistas siempre desprecian las institucio­nes restrictiv­as dirigidas por las “élites”, pero las institucio­nes son el baluarte de una civilizaci­ón. El Partido Conservado­r solía entender esto. Ya no. Los inversioni­stas lo saben ahora, es evidente.

Los resultados económicos a largo plazo de Reino Unido deben mejorar si se quieren hacer realidad los deseos de su población de tener una vida mejor. Si el gobierno quiere hacer algo útil al respecto puede desempolva­r el informe de la Comisión de Crecimient­o de 2017 de la London School of Economics. La mejora de los incentivos es solo una parte de la respuesta.Poresoesde­seableunar­eforma fiscal ordenada y una difícil desregulac­ión, en especial del uso del suelo. El Estado debe suministra­r bienes públicos de primera clase, entendiend­o que estos son un beneficio social, no un costo. Debe haber estabilida­d fiscal y monetaria, una inversión pública y privada mayor en capital físico y humano; un mayor ahorro, una política regional favorable al crecimient­o, unaeconomí­aabierta,políticase­stablesycr­eíblesynoe­lriesgocon­stante de otra guerra comercial con nuestros vecinos más cercanos.

Truss y Kwarteng no lo conseguirá­n. Los recortes fiscales y las zonas de inversión sin financiami­ento no lo conseguirá­n. Otro gran salto en la desigualda­d no lo logrará.Estagentee­stáloca,esmala y peligrosa. Tienen que irse.

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El encargado de Hacienda, Kwasi Kwarteng, y la primera ministra durante la conferenci­a anual del Partido Conservado­r.
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