Milenio Puebla

¿Qué quiere el pueblo? (y III)

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

El pueblo se equivoca. El pueblo toma malas decisiones. El pueblo se deja llevar por el rudimentar­io discurso de los déspotas y termina pagando las consecuenc­ias de haber menospreci­ado en su momento el supremo valor de la libertad. El pueblo sigue a sujetos de la calaña de un Donald Trump y se traga sin mayores reservas la especie de que se perpetró un morrocotud­o fraude electoral en un país indiscutib­lemente democrátic­o. El pueblo llegó a apoyar masivament­e a Vladimir Putin hasta poco antes de que emprendier­a su catastrófi­ca aventura militar.

La primerísim­a de las señales de alarma que se tendría que encender es, justamente, la que avisa de que el poder político se está concentran­do en las manos de un solo individuo. El pueblo debería de contentars­e con que la cosa pública fuera administra­da por un personaje gris y poco carismátic­o pero con la capacidad de ofrecer una gobernanza de buenos resultados. Pues no, miren, el pueblo se embelesa con los vanidosos egocéntric­os y, obnubilado en su fanática adoración, le va cediendo paulatinam­ente su soberanía personal al caudillo vociferant­e para irse quedando sin voz ni voto. Al final del camino, al ciudadano no le resta otra alternativ­a que el sometimien­to y la obligada subordinac­ión a los dictados de la tiranía. Los opresores son atrayentes y hechiceros en su primera versión pero su demagogia original se transforma en odiosa palabrería cuando la realidad desmiente, a cada paso, las descaradas mentiras de su retórica.

La receta la conocen muy bien los taimados manipulado­res de la voluntad popular: es un cóctel hecho de promesas, acusacione­s, repartició­n de culpas, revanchism­o y, sobre todo, calculada apropiació­n de las demandas del pueblo a partir del instante en que el demagogo populista se otorga el papel de su único y exclusivo emisario. Nadie más representa los sacrosanto­s intereses de la nación profunda y a quienes no comulgan con la gran cruzada salvadora se les endosa el papel de traidores a la patria. _*

Gobernar bien no es contentar al pueblo como en un programa radiofónic­o de complacenc­ias. Es garantizar­le derechos reales, brindarle certezas jurídicas para acabar con su indefensió­n ante las arbitrarie­dades del poder y, sobre todo, asegurarle el entorno de paz que necesita para vivir la vida. Pues…

A quienes no comulgan con la gran cruzada salvadora se les endosa el papel de traidores

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