El tigre de Nazar
El libro de Gustavo Castillo García sobre Miguel Nazar Haro, recientemente publicado, puede leerse como una biografía. Pero creo que sería una lectura secundaria. La central es lo que nos dice sobre la política mexicana de la época.
Nazar fue director de la Dirección Federal de Seguridad en la época en que se reprimió a los movimientos guerrilleros en México, durante la presidencia de Luis Echeverría. La represión fue brutal, al margen de las normas jurídicas, sin considerar los derechos de las víctimas.
Se debe tener en cuenta el contexto internacional para comprender esa brutalidad. Era la Guerra Fría. Se enfrentaban dos sistemas políticos y económicos antagónicos: el capitalismo y el sistema soviético. En Cuba se asentaba ya el segundo, que implicaba el fin de la propiedad privada y la concentración del poder en un partido, en un grupo, en una persona. Nada de balances y contrapesos.
La agenda de los guerrilleros mexicanos era seguir la vía cubana, o similares. Algunos de ellos recibieron adiestramiento militar en Corea del Norte. Para hacerse de recursos asaltaron bancos y secuestraron a empresarios y cónsules. En esas acciones llegaban a asesinar a policías.
En México no había, como tampoco hay ahora, un Estado de Derecho. No había la capacidad de actuar “como en Dinamarca”, aplicando la ley y sancionando secuestros y homicidios. La clase política en el poder reaccionó de manera drástica y al margen del derecho.
Para entender esta reacción hay que considerar también los fines y los medios de los guerrilleros: buscaban destruir el sistema económico y político existente para instaurar una nuevo, similar al cubano. Sus medios: secuestros, asaltos, homicidios.
Por eso no parece objetiva una frase del libro de Castillo referente a los guerrilleros: “persiguieron una apertura que diera cauce a las inquietudes de miles de jóvenes, campesinos, estudiantes y obreros”. No perseguían una apertura, sino un cambio de sistema radical. Una amenaza inaceptable para nuestro vecino del norte, el principal defensor del sistema capitalista.
Aunque Nazar se cuida mucho en las entrevistas hechas por el autor, dice cosas de fondo. Una está en el subtítulo del libro: “había que ser fanático como
valga._ ellos”. La otra: “guerrilla es guerra, y en la guerra todo se vale”.
No comparto esas frases. Comprender no significa justificar. Dos fanatismos no significan un bien. No creo que en la guerra todo se