Un sueño que comenzó en el súper
LMS. La pelotera recuerda el lugar donde compró su primer guante; con el apoyo de su familia ha trascendido en los diamantes, llegando hasta la Selección
Este 25 de enero se cantó el primer play ball en la historia de la Liga Mexicana de Softbol femenil, que está conformada por seis equipos, los cuales se enfrentarán en distintas sedes: Ciudad de México, Veracruz, Monterrey, Guadalajara, León y Tabasco. Y así comenzó al mismo tiempo la historia de muchas mujeres que soñaban con jugar de manera profesional el deporte que les apasiona.
Lanzadora escarlata
Desde el jardín izquierdo Janete Ambris asiste en un tiro a la tercera base, está atenta a la jugada en el entrenamiento que se lleva a cabo en el campo de beisbol de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es una de las primeras jugadoras en convertirse en profesional de la naciente Liga Mexicana de Softbol y con todo el entusiasmo habló al final del entrenamiento que tuvo con los Diablos Rojos Femenil, de cara a su primer partido, en contra de las Olmecas de Tabasco.
Ambris fue seleccionada después de un competido try out, en que solo quedaron las mejores softbolistas. Tiene 32 años, es oriunda de la Ciudad de México y está emocionada por ser parte de este momento en la historia del deporte, ya que por primera vez en México y Latinoamérica se tiene una la Liga de softbol profesional.
¿Cuáles son tus impresiones tras alcanzar el profesionalismo en la nueva Liga?
ASÍ LO DIJO
Creo que es un sueño, de verdad. Estar viviendo todo esto es un maravilloso sueño que ni siquiera alcanzas a dimensionar, cuando veo que realmente estoy en el top. Para mí ha sido lo mejor que he vivido en el softbol y en el beisbol, porque también soy de la Selección Nacional.
“Todos los días salía al estacionamiento de mi casa a practicar, hasta que mi papá decidió llevarme a un campo de juego”
“Para mí ha sido lo mejor que he vivido en el softbol y en el beisbol, porque también soy de la Selección Nacional” Janete Ambris
Jugadora de Diablos Femenil
Janete, platícanos, ¿cómo fue tu acercamiento al juego, qué te impulso a practicarlo?
Es muy chistoso, un día de la nada, fui al supermercado, vi un guante de beisbol, me lo puse y lo empecé a ver, entonces mi papá me dijo: ‘lánzame la bola’. Intercambiamos algunos lanzamientos en el pasillo del súper y me encantó, entonces me dije: voy a comprar mi guante. Creo que traía dinero, no sé si de mis domingos y desde entonces me encantaba traerlo y mi pelota para todos lados.
Después mi papá me sugirió que le pidiera un bat a los Reyes Magos y sí, me lo trajeron junto con una pelota. Lo cierto es que todos los días salía al estacionamiento de mi casa a practicar, hasta que mi papá decidió llevarme a un campo de juego para ver si me agradaba. Cuando llegué a la Liga Tolteca, mientras estaba sentada en las gradas viendo el juego, moría por entrar a jugar, enseguida le dije a mi papá: ‘¡Méteme ya!’ Desde ese momento, ya no me salí para nada, no he parado, llevo 26 años jugando.
¿Estás lista para lo que se viene con la afición?
Puedo decir que estoy listísima, pero obviamente los nervios siempre están presentes, aunque en el momento en que piso el campo, es cuando me empiezo a relajar, porque es una experiencia inigualable. No hay nada que se compare a la sensación de estar en el terreno de juego lista para entrar en acción, impulsada por el público y por mi familia.
¿Cómo es ahora uno de tus días como profesional?
Al levantarme, lo primero que hago es dar gracias por esta oportunidad. Desayuno algo ligero, después estiro un poco y voy al gimnasio, regreso con las compañeras a comer, descansamos y por la tarde venimos al campo; a veces entrenamos dos o tres horas o más; después regresamos a cenar para irnos a dormir.
¿Qué es lo que más te ha costado al jugar beisbol y softbol?
Enfrentarme a las dimensiones del campo es lo que me cuesta todavía un poquito, porque el de beisbol es más grande, y en el softbol incluso la distancia entre las bases es más corta, y el picheo es distinto, eso me está costando un poco de trabajo, porque de repente en el swing me voy un poco para arriba y es al contrario, pero de lo demás todo cool. De repente abro en las bases como en el beis, cosa que no se puede en el softbol, porque al hacerlo antes de que la pitcher haga su lanzamiento, automáticamente eres out. Llego a la base y me digo, ‘no abras, no abras’.
¿Qué harás al final de la temporada?
Voy a reportarme con mi equipo de beisbol de Ciudad de México, después nos concentrarán para ir al Mundial en Thunder Bay, en Canadá, que es en julio, así que no puedo poner pausa, porque tanto en el beis como en el soft he alcanzado mi sueño, y me siento física y mentalmente preparada para todo esto.