La muerte de Helena Rojo
EL POZO DE LOS DESEOS REPRIMIDOS
La muerte de Helena Rojo me pegó durísimo porque “hace nada” estuve con ella mirando el capítulo uno de Vencer la culpa. Y la vi tan hermosa. Y fue tan amable, tan señora. Como siempre.
Ni remotamente me imaginé que estuviera enferma, que muy pocos meses después me iba a tocar hablar de ella en los noticiarios.
Helena Rojo fue, es y será siempre una figura amadísima, respetadísima. Una pieza fundamental de nuestro imaginario colectivo. Un tipo de estrella que vale la pena estudiar.
Helena, como muchas mujeres de su generación, no comenzó estudiando doctorados en actuación ni tratando mal a los demás.
Inició como modelo y de ahí brincó al cine donde hizo una carrera tan maravillosa que no solo comenzó a ganar los más importantes premios de nuestra nación, filmó Aguirre, la ira de Dios con el inmenso director alemán Werner Herzog.
Siendo así: grande, importante, famosa, empezó a hacer telenovelas como Extraño en su pueblo, Mañana será otro día y La venganza.
¿Qué fue lo que ocurrió en ese punto de la carrera de doña Helena? Algo muy hermoso. ¿Se acuerda usted de esa época monstruosa entre los años 70 y 80 en que el cine mexicano estuvo a punto de desaparecer?
Casi no se filmaba nada. El panorama era apocalíptico. Bueno, en esos tiempos, ella fue una de las pocas actrices que siguió haciendo películas nacionales con los más importantes directores que teníamos.
Helena Rojo tuvo la carrera perfecta. Lo vivió todo y lo vivió bien. Sin escándalos, siempre con el cariño de la gente. Siempre con el reconocimiento de la prensa.
Comenzó como modelo y de ahí brincó al cine con una carrera maravillosa
Es un caso muy limpio, muy especial de alguien que, además, triunfó en cine, en televisión, en streaming, y también en teatro. Todos tenemos, no uno, muchísimos recuerdos del trabajo de Helena Rojo y siempre los vamos a tener.
Vaya desde aquí un abrazo fuerte y sincero para su familia, sus amigos y sus millones de admiradores en México y el mundo entero.
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Descanse en paz, Helena Rojo, figura amadísima, respetadísima. Pieza fundamental de nuestro imaginario colectivo. Que Dios la tenga en su Santa Gloria.